Una limpiadora que tuvo problemas con las
drogas y un piloto que colecciona bragas, se encuentran en el mismo restaurante,
todo se complica con la presencia de un bombero, donde la tristeza y la locura
serán eje de una historia repleta de sorpresas.
248 Palabras
EL CONVIDADO DE PIEDRA
Una novia
intenta liar un porro mientras se asoma al vacío desde la azotea de un
rascacielos. Le tiemblan las manos, tiene los ojos llenos de lágrimas y, ahí
arriba sopla un viento que pretende llevarse la cola de capilla del blanco
vestido.
—¿Está usted bien, qué ha pasado?—pregunta un tipo fornido y guapete que aparece por la puerta de acceso.
La novia levanta la ceja derecha y encoge los hombros.
—No te asustes,
vengo del banquete.
La mujer parece animarse,
le vuelve a mirar y contesta levantando la voz para que el aire no se lleve las palabras.
—Creo que Roberto,
con el que te recuerdo que acabo de casarme, me engaña.
El joven sonríe y ladea la cabeza, se hace con
las herramientas, lía el porro, lo enciende y haciendo refugio con las manos,
se lo entrega.
—Gracias. Abajo en la fiesta un calor asfixiante, y voilá que Roberto ha querido secarme el sudor de la frente con unas bragas de hilo en lugar de emplear un simple pañuelo!
—¿De encaje
malva con perlas azules?
La novia
desgrana los ojos.
El hombre
recupera el pitillo y aspira, se asoma al parapeto, menea la cabeza y pisa el
vestido con todas sus fuerzas.
—¡Tranquila
querida, son mías! Le traían suerte al chaval y se las llevó de recuerdo el día
en que rompimos.