martes, 16 de noviembre de 2021

A oscuras

 

Laura, zapatos en mano, entra en casa, cierra la puerta y sin encender la luz queda en expectativa. No hace falta tener buen oído para escuchar los jadeos y lamentos que provienen del cuarto que comparte con Julia. Al parecer, la última conquista de su amiga no tenía intención de marcharse.

 

Cansada pero tranquila por encontrarse al fin en su dulce morada, Laura localiza manta, móvil y cascos y a oscuras, se acomoda en el sofá.

 

Acunada, a través  de los auriculares, por el trinar de pájaros exóticos mezclado con el cascabeleo de unas gotas de agua, Laura se deja llevar suavemente al mundo de los sueños.

 

La despierta la caricia de un rayo de sol en la cara. Es un espléndido domingo de enero. Laura sonríe como el que sabe que va a disfrutar de un día inolvidable. Se levanta, va al baño y en el espejo descubre un mensaje escrito con letras rojas:


Seguro que te alegras de no haber encendido la luz anoche