
Abrió el buzón y encontró, como todos los años en el mes de marzo, un sobre.
Su dirección estaba escrita con letra inclinada, alta y elegante. El matasellos era de Nueva York, marzo 1952. Sonrió y lo miró a contraluz para asegurarse de que estuviera vacío, como siempre.
Esa tarde Lidia había...