—No se, Heliodoro, si trasladar el restaurante de Alfas del Pin a
Polop ha resultado buena idea.
—Hostia
Concetta que aún me duele el lumbago por la mudanza. ¿Y hablando
de mudanza, has oído lo del juicio por el asesinato de aquel
millonario?
—¿Te
refieres al belloccio que venía al restaurante de Alfas?, sí,
“e nemmeno Dio riesce a capire un cazzo in
quel casino”.
—¡Que estás en España, Concetta!
—Ya
es
hora de que entiendas
lo que digo Heliodoro, tantos
años de pinche y no cazas ni una mosca.
Digo
que
no hay Dios que entienda ese endemoniado asunto,
y
ten
cuidado con el
cuchillo,
no sé yo si estás preparado para usarlo.
—No
me
jodas, Concetta y que sepas que no
entiendes el
caso
porque
tienes la cabeza en Marrakech…
—¡Porca
Eva!
No
me lo recuerdes
ahora
que estoy descabezando
conejos por culpa de Lorenzo que como
siempre
está de baja.
—La
verdad es que no
te veo montada en camello en dirección a una
haima
del
desierto.
—Ni
tú ni nadie va a ver semejante
imagen
jamás. ¡Paolo
e i viaggi di
avventura!
Lo que no acabo
de entender es el motivo de ese
asesinato.
—A
ver Concetta —contesta Heliodoro y mira a los ojos el salmón que
tiene delante — no es difícil de entender:
Se
cargan al milionetti, no hay testigos y nadie reconoce la
participación en el asunto.
—Hasta
ahí todo claro. Y al no aparecer el arma, del caso ya no habla ni
Dios. ¿Por qué te paras, Heliodoro? El truco está en trabajar y
hablar al mismo tiempo.
—La
mala leche que te gastas no radica en que hayas dejado de fumar, es
más bien visceral, diría yo que de nacimiento ¡Si es solo un
momento carajo! Este tema requiere máxima concentración.
—Hombres…
—Resumiendo,
sin asesino y sin arma el caso se va al garete pero, mira por donde,
dos años después detienen a un matón que ha sido grabado mientras
traficaba
con drogas y anabolizantes
en diferentes zonas
de la Marina y Benidorm.
—¡El
compinche
del
chino
asesinado
en el baño de nuestro restaurante de Alfas! Seguro
que es él.
—Podría
ser, Concetta, pero no compliquemos el asunto que con lo que hay
tenemos bastante.
Por
lo visto, el
tipo da
la campanada
confesando
que dos
años atrás le habían
propuesto
matar al
Millonetti
por 35000 euros pero
que
no aceptó.
—¿Y
por qué crees
que ese dolce
gattino
se mete en tal berenjenal si ya tiene lo suyo con lo del chino y las
drogas?
—¡Para
que le reduzcan la pena de cárcel,
es
de
cajón!
—De
cajón, de cajón, quí
Gatta
ci cova,
o lo que es lo mismo, a mi no me las da con queso.
—¡Claro
que si al caso le añadimos tus conjeturas, apaga y “vamonós”!
Calla
y atiende que por muy jefa que seas yo también peso lo mío.
El
matón
facilita
los nombres de dos sicarios checos que
podrían haber ejecutado al
Millonetti
por
50000euros.
Además
asegura
que
en el reservado del prostíbulo donde le ofrecieron
cargarse
al
industrial
dos
años atrás,
estaban presentes
el dueño del
local, el
gerente del club, un
tal Cano,
que
era el
segundo de abordo del imperio
industrial del
fiambre
y un
empresario del calzado.
—¡Madonna
que casino!
Casi
prefiero
que hablemos de los encantadores de serpientes que
pululan
por
Marrakech.
—La
mare que va,
Concetta, no
puedes rendirte tan pronto! Concéntrate:
Los
Checos
lo
niegan
todo
y para
embarullar más
el asunto,
se
descubre que
el fiambre
y
su segundo
estaban hasta
el cuello
en un turbio
asunto
urbanistico
de
terrenos
sin
calificar.
—Pues
no veo en que lo lía, más bien parece el
móvil probable
de todo el tinglao…
—Verás,
por
lo que se comenta
como
secreto a voces,
en
el follón de los terrenos estaba
comprometido
un
cargo importante
del ayuntamiento, y
por si fuera poco
se
descubre que el
emérito
era portador de
dos enfermedades
de transmisión sexual desde
hacía diez años,
de
las que estaba
tratándose en Valencia.
Osea
que
tienen a los asesinos pero
no tienen
pruebas, no
aparece el arma, del
móvil
mejor no comentar y el único testigo es un delincuente,
traficante, matón
y
mentiroso. Las
malas lenguas van
diciendo
que el
juez quiso
aparcar
la investigación.
—No
me extraña en absoluto, en su lugar yo habría
colgado
la toga y habría
montado
una churrería en las Alpujarras. Allí es difícil que te
encuentren, lo sé por unos paisanos míos que tuvieron que salir de
Italia cagando
leches.
Y
ahora al salmón que el carpaccio
no
se hace solo.
—Espera,
hay más. Para evitar
que
saltaras como un grillo al ataque suponiendo que esos bichos lo
hagan, no he sido
totalmente fiel a
la verdad.
—¡Heliodoro
qué te despido!
Cuando
te dije que en el prostíbulo estaban
presentes el dueño, el gerente, el tal Cano y el empresario del
calzado he omitido contarte que también había un cojo
y una rubia
que
nadie sabe quienes son.
—¡La
rusa, Heliodoro, la novia del chino! La que estuvo trabajando con
nosotros en los últimos tiempos de
Alfas… Si ya sabía yo que no era de fiar, poner mermelada en los
espaguetis
es de
mentes
criminales
o de
trastorno
bipolar.
—¡Ves
como acerté
en dejarlo
para el
final! Habrías mandado al traste toda la historia.
¿Y
cuando
dices
que sales
para Marrakech?
—En
cuanto Lorenzo se digne volver al
trabajo, que va siendo hora.
Una historia delirante y bastante complicada, je,je, tratada, como siempre, con tu gracejo e ironía. Ese pinche está al corriente de todo. A mí hasta me da mala espina, ja,ja,ja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Josep
ResponderEliminarte agradezco enormemente el comentario. Me alegro de que te haya gustado.
Un abrazo