martes, 13 de octubre de 2020

En nombre de Dios


 

Al despertar entendí que aquél era un día tan bueno como otro cualquiera para asesinar, más, si en ello te guía la mano del señor.

 

Llegué al punto negro del camino, ese del cual tantas denuncias se apilan en los cajones del ayuntamiento, y me asomé al barranco. Después de todo tienen razón, pensé al observar que una sucesión de peñascos cortantes bajaba en picado hasta el cauce del río, una mala caída sería ciertamente mortal. ¡Deberían de hacer algo para solucionar el problema de una vez por todas!

 

Según mis cálculos tenía tiempo de sobra y un breve Praeparatorio para lograr espíritu de recogimiento y humildad no me venía nada mal. Así que me senté en una roca dispuesto a liberarme del mundo profano y a penetrar en el espacio sagrado en el que Dios nos revela su Misterio.

Cuando la paz había inundado mi ser y me sentí en armonía con el Señor dediqué unos momentos a la mujer que me quitaba el sueño.

Ella no es como las demás. Culta, reservada, amiga de sus amigos y de las que se preocupan de lo que se tienen que ocupar. Una pena poner fin a su existencia máxime teniendo en cuenta su dedicación, su generosidad y su paella del día de los pobres, que de entre tantas, es sin duda alguna la mejor.

 

Reconfortado y reforzado en mi convicción me levanté y me puse en acción con rapidez, aunque en ese lugar y a esas horas no solía haber gran afluencia, era mejor no tentar la suerte.

 Corté ramas y cañas con una tijera de podar que había encontrado en el jardín detrás de la iglesia y organicé con ellas una especie de barrera en el lado derecho del camino.

Tras comprobar que el trabajo serviría a su fin escondí la herramienta entre un zarzal y avancé hasta al cruce. Ahí el camino se divide en dos, yo me dirigí por el que serpentea entre los campos en dirección al polígono industrial y me senté a esperar a la sombra de un naranjo.

 

 Te vi llegar cuando la tarde marcaba su fin, el sol dejaba de apretar y el aroma de azahar transformaba el aire en vapor perfumado, decía el poema que sin saber por qué me saltó a la mente en ese preciso momento.

 Sería la pérfida lujuria, el sátiro deseo o el tedioso aburrimiento del matrimonio lo que llevó a esa mujer a cometer actos impuros e impropios, aun así, no cabía perdón y más que, consciente de sus pecados, volvió a tropezar otra vez en la misma piedra.

Pero al menos volvió a confesar.

  ¡No importa! “Si después de haber recibido el conocimiento exacto de la verdad practicamos el pecado a propósito, ya no queda ningún sacrificio por los pecados. Solo quedan una aterradora perspectiva de juicio y la furia ardiente que consumirá a los opositores. El que viola la ley de Moisés, muere irremisiblemente. Hebreos 10.”

Amen.

 

Justo en ese momento y en pos de justificar mis palabras, apareció ella por el otro camino que llega al empalme. Avanzaba abriéndose paso entre cañas encorvadas, se paraba y tiraba de un perro que, atado a un largo ramal, se empecinaba en sentarse.

 —¡Señora Teresa! —dije y me puse a su lado.

—Padre, ¿usted por aquí?

—Los caminos del Señor son infinitos, hija mía. ¿Me equivoco o su compañero no aguanta más?

—¡Perro tonto!

—¡Traiga!, se me dan bien los animales.

La mujer ladeó la cabeza y tras sonreír me entregó la correa.

— Sabe, Padre, me alegro de haberle encontrado. He pensado mucho en lo que me dijo el otro día cuando volví a confesarme.  Le aseguro que no volverá a suceder.

—Todos podemos equivocarnos, hija mía…

Dije y no pude acabar la frase porque llegábamos al tramo interrumpido por las ramas. La cogí del brazo para mantenerme a su altura, la mujer se hizo a la izquierda y entonces, de un golpe certero la empujé por la ladera, al vacío.

—… pero Dios solo perdona una vez. —concluí y me mantuve en silencio de oración.

Dejé al perro al lado de una verja, en las inmediaciones del pueblo. El animal no tenía culpa, no merecía el trágico final que sufrió su dueña. Alguien lo encontrará y si el estúpido del marido, deshonrado y mancillado no pensara quedárselo, lo haré yo que después de todo me llamo Francisco y he estado en Asís.


28 comentarios:

  1. Hola, Paola. Tu relato, al margen de la historia de este psicópata justiciero, esconde una crítica hacia el fanatismo que me ha gustado mucho. También la ironía del final. Muy buen aporte. Mucha suerte.

    ResponderEliminar
  2. Hay aqui un planteamiento poco explorado en otros relatos del concurso y es precisamente el hecho de que muchos sicopatas famosos a su vez fueron criados en familias profundamente religiosas.

    Es algo que ayuda a darle mayor impacto al ambiente del relato. Porque es como ver a un Angel caido aun con su belleza sin mancillar.

    ResponderEliminar
  3. ¡Gracias, Paola, por participar con tu relato en esta edición dedicada a Jim Thompson y sus 1280 Almas! Un abrazo y suerte!!

    ResponderEliminar
  4. Paola compañera, excelente historia. El fanatismo y las vagas imágenes de algún lenguaje religioso han servido a la formación de muchos psicópatas. Lo llevas de manera muy bella hasta el final sin que pierda un ápice de fuerza. Un abrazo y mucha suerte

    ResponderEliminar
  5. Tu “hombre de Dios”, Paola, es metódico, cuida todos los detalles, incluso prepara el espíritu para impartir justicia divina, y tiene un alma caritativa, al menos soltó al perro, que culpa tiene el pobre animal de los pecados de su ama 😉
    En nombre de Dios se cometen todo tipo de barbaries

    ResponderEliminar
  6. Mi opinión en Twitter:
    Muy recomendable. Un cuento de Paola Panzieri. La banalidad del mal o la defensa de un “bien supremo” como expresión de la vulgaridad de las conductas sociópatas. Con el toque de humor y el estilo de Panzieri , lejos de complejos artificios.

    ResponderEliminar
  7. Mi opinión en Twitter:
    Muy recomendable. Un cuento de Paola Panzieri. La banalidad del mal o la defensa de un “bien supremo” como expresión de la vulgaridad de las conductas sociópatas. Con el toque de humor y el estilo de Panzieri , lejos de complejos artificios.

    ResponderEliminar
  8. El fanatismo es el camino más directo hacia el trastorno mental. Y un inquisidor fanático es el peor de los psicópatas, frío y calculador.
    Excelente relato, Paola.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Cuando se junta el hambre con las ganas de comer, se acaban agravando las consecuencias, eso es precisamente lo que viene a decirnos tu ocurrente y genuino relato, estimada Paola, porque nos has regalado una gran historia que aunque se inspire en la temática del personaje psicópata, también nos está explicando con qué facilidad puede un "hombre de la iglesia" redimirse a sí mismo con este tipo de actos y exculpaciones.
    Tiene buena estructura, coherencia, calidad narrativa y una estupenda distribución de tiempos, lo que ayuda a la fluidez de la lectura. ¡Enhorabuena!
    Bueno, el desenlace no tiene desperdicio con esa frase: "después de todo me llamo Francisco y he estado en Asís"... ¡impresionante ironía!
    Un abrazo y mucha suerte.

    ResponderEliminar
  10. Hola Paola. Un cuento aterrador el tuyo pues no hay nada que me de más miedo que el que justifica sus actos como obra de una creencia, llámese Dios, Alá, patria o bandera. No puede haber nadie más peligroso.
    Un relato bien hilvanado de principio a fin. Te deseo mucha suerte en el concurso.

    ResponderEliminar
  11. Hola, Paola. Un relato muy bien construido que denuncia el fanatismo religioso.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  12. Un clavo saca otro clavo, o como no pensó este curita, con un pecado acaba con otro. Es increíble que el fanatismo llegue a esos extremos, extremos también penados por el propio fanatismo a no ser que se redima de otro, contradicción divina.
    Muy buen relato, Paola, muy bien llevado y con una narración que en ocasiones sobrecoge.
    Un abrazo y mucha suerte.

    ResponderEliminar
  13. Enhorabuena Paola, qué más añadir a todo lo que ya han dicho otros compañeros? Muy bueno. Mucha suerte! Un abrazo!

    ResponderEliminar
  14. El fanatismo religioso está presente en tu protagonista, el se cree en posesión de la verdad absoluta y puede hacer lo que quiera en nombre de dios.
    El final tiene su punto de gracia ese Francisco de Asis ....
    El ritmo de todo el relato es trepidante, como describes todo el entramado que prepara para acabar con su víctima es muy bueno.
    Un abrazo Paola y suerte
    Puri

    ResponderEliminar
  15. ¡Vaya con el religioso, cómo interpreta la Ley de Dios a su antojo! Buen relato, Paola, me han gustado tanto su fondo como el ritmo de su forma, ¡enhorabuena!
    Te envío un fuerte abrazo junto con mi deseo de mucha suerte en "El Tintero".

    ResponderEliminar
  16. ¿Qué tal, Paola? Está demostrado que si unes locura y religión te sale el cóctel más explosivo. En nombre de Dios se cometen las mayores atrocidades. Para más abundamiento aprovecha la información privilegiada recibida en confesión para ejecutar los designios del señor. Eso sí, la paella estupenda, ja, ja, ja.
    El relato me ha parecido de mucha calidad. Te felicito porque me ha parecido de los mejores que he leído.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  17. Quizás una de las circunstancias en las que hemos “avanzado” por decirlo de alguna manera, es que los psicópatas ya no te ajustician en la plaza del pueblo, en una pira, con el populacho alrededor vitoreando los gritos de agonía de la víctima mientras sus verdugos claman “hágase la voluntad del señor”. Ahora lo suelen hacer a escondidas y las leyes ya no les respaldan. Me ha gustado tu relato Paola, has sabido trenzar esa personalidad del protagonista, maquiavélica, espiritualidad falaz, inhumano, en un relato en el que la víctima es más inocente si cabe pues abusan de su confianza de buena fé en la figura sacerdotal sin imaginar su doblez.

    Suerte en El Tintero. Un saludo.

    ResponderEliminar
  18. Hola Paola, que relato tan ocurrente, ojalá no te excomulguen jajaja. Pero,muy bueno porque nos cuenta el como se mueve la mente de alguien que se piensa es el liberador de pecados. Suerte.

    ResponderEliminar
  19. Buen tema, Paola. Los psicópatas disfrazados de salvadores son muy peligrosos. Demasiados vándalos actuando en nombre de Dios a lo largo de la historia.
    Suerte. Un saludo.

    ResponderEliminar
  20. Hola, Paola
    ¡Cuántos crímenes se cometen y vuelven a Dios un títere de los religiosos.
    Un relato con escenas específicas del asesino, y un estilo directo, todo ello narrado de una forma espeluznante que mantiene en jaque a los lectores. ¡Mucha suerte en el tintero!
    Un saludo

    ResponderEliminar
  21. Con ese nivel de penitencias este parroco se va a quedar sin feligreses y ni quien se atreva a confesar. Saludos y Suerte

    ResponderEliminar
  22. Un hombre de Dios que imparte justicia divina en su nombre. Y eso que los evangelios dicen que hay que evitar el pecado pero amar al pecador.
    Este hombre lo interpretó a su conveniencia, creo.
    Un abrazo Paola.

    ResponderEliminar
  23. En el nombre de Dios cuántas atrocidades se han cometido y como muestra este magnífico relato con tu inconfundible estilo en cuanto al ritmo narrativo, la construcción interna y el desarrollo escénico.
    ¡Felicidades, Paola y suerte en el Tintero!

    ResponderEliminar
  24. Hola Paola
    La idea seminal de un “hombre de dios” impartiendo justicia divina es muy atractiva, te da el argumento para el desarrollo de una historia interesante. Me ha gustado tu versión con un personaje convencido de que “hace bien”. La preparación espiritual a la que sometes a tu personaje es de lo mejor. Te felicito.

    ResponderEliminar
  25. Interesante historia de este religioso que interpreta y ejecuta la justicia divina de la peor de las maneras. No existe una segunda oportunidad para el perdón. Probablemente tendrá que deshacerse de muchos de sus vecinos, porque ¿Quién está libre de pecado?. Muy buen relato, Paola. Saludos y suerte en el Tintero.

    ResponderEliminar
  26. Muy bueno Paola, me ha gustado tu psicópata, muy en línea con el fanatismo religioso de estos tiempos. La narración es impecable y la ironía final lo mejor.
    Un abrazo compañera

    ResponderEliminar
  27. Muy buen relato, Paola. Has presentado un personaje que se mueve entre la delgada línea del bien y el mal. Mucha suerte, un abrazo.

    ResponderEliminar
  28. Muy bien Paola! Vaya con el religioso, qué miedo! ir a confesarse y acabar muerto!! Dios perdonará a quienes hacen daño en su nombre?
    Muy bien narrada la historia.
    Un saludo.

    ResponderEliminar