domingo, 21 de mayo de 2017

Hablemos de humor 3




El enfoque de un personaje es la forma con la cual el personaje se enfrenta a la vida. El conjunto de reacciones ante las circunstancias, frente a los demás y a solas consigo mismo. Se vuelven a plantear los tres conflictos de un personaje.

De todos los posibles defectos o virtudes que conforman el carácter de un personaje será el principal el que dé lugar a su enfoque, los demás lo matizarán según convenga, dependiendo de las situaciones en las que se encuentre.

El enfoque del personaje será el motor que le empuja en todo momento, en el conflicto contra el mundo, contra los demás y, desde luego, contra sí mismo. Cuanto más potente sea el enfoque más complejos y profundos serán los conflictos.


—La teoría muy bonita, pero queremos un ejemplo.

—¿Has visto la película Hantz, hormigas (guionista Tood Alcott)?

—¿La de dibujos? ¿Por quién me tomas?

—No lo sé, no te conozco, pero seas quien seas, no dejes de verla.

Hantz, la hormiga protagonista, es un personaje neurótico, romántico, pesimista pero soñador, inconsciente, descarado y tímido a la vez, pero sobre todo es individualista y el individualismo es el motor que le empuja en todo momento. Esta característica es un enfoque potente que puede convertir al personaje en común en un mundo de locos o en extraordinario en un mundo de seres mediocres.

Su conflicto con el mundo (el hormiguero): no acepta las normas de colectivismo que imperan en él.

Su conflicto con los demás: Su amigo y sus compañeros de trabajo no cejan en el intento de convencerle de que no existe otra forma de vida.

Su conflicto interno: La búsqueda de la libertad por encima de todo.

El mundo que le rodea le lleva a dudar de sí mismo, a pensar que puede estar equivocado y que algo en su cabeza no funciona como es debido. Una serie de equívocos que se plantean, debidos al amor que prueba hacia la princesa Bala le llevan a vivir situaciones peligrosas de las cuales saldrá vencedor, empujado en todo momento por la búsqueda de la libertad y la justicia.

Más ejemplos
¿Cuál podría ser el motor que empuja al profesor de física distraído que hemos creado en el capítulo anterior? Podría ser el amor desmedido por la ciencia, la necesidad de compartir sus conocimientos, el afán de que sus alumnos comprendan y aprendan. ¿Cómo se enfrentaría a un aula vacía? Entraría por la puerta visualizando ya desde fuera un sistema de ejes cartesianos en el aire y empezaría a explicar la teoría de la relatividad sin percatarse del pequeño detalle de que la clase está vacía.

¿Cuál podría ser el enfoque del sargento arrogante que vimos en la entrada anterior? La búsqueda de la perfección y del soldado modelo. ¿Y cómo podría reaccionar frente al aula vacía? John se encendería de ira por la falta de respeto que demuestran los soldados, aun sabiendo que no se encuentran en el aula porque aún no han regresado de las maniobras.

Si el profesor distraído, desordenado, excéntrico y tímido con las mujeres es además muy delgado porque se olvida continuamente de comer ¿cómo reaccionará ante un plato de lentejas?

Se pueden hacer combinaciones y elegir la que convenga en cada situación sin perder nunca de vista su enfoque.

Podríamos sacar provecho a su hambre canina haciendo que repita tres veces el plato con la excusa de querer averiguar si el volumen de líquido del guiso es mayor o menor que el de la parte sólida.
Echando mano de su excentricidad y de su timidez con las mujeres podríamos colocarlo en situación de querer extrapolar el número de lentejas que hay en un decímetro cuadrado de guiso metiendo los dedos en los platos de los estudiantes, pero solo en los platos de los chicos porque, para él, las chicas ni siquiera existen.

Cuando los defectos y las particularidades de un personaje van en el mismo sentido podríamos decir que estamos exagerando o reforzando la personalidad de esa figura.
Pero si sus características van en sentido opuesto, estamos creando un personaje complejo lleno de conflictos internos. Sus defectos y virtudes se contraponen, se sobreponen, luchan entre sí para prevalecer.

Ejercicio: crear un conjunto de defectos y virtudes que exageren a un personaje tipo, colocarlo ante una situación y ver adonde le lleva su enfoque. Luego hacer lo mismo con defectos y virtudes que lo compliquen.



—¡Al fin deberes interesantes!
—Me alegro de que te lo parezcan. Pues entonces… ¡manos a la obra!
—¿Algún ejemplo?
— ¿Has visto la serie Big Bang theory? Ahí tienes muchos ejemplos.

Sheldon Cooper
Defectos y virtudes:
Inteligente por encima de lo normal
Curioso
Inocentes
Infantil
Introvertido
Distantes
Arrogante
Interesado
Cínico y grosero cuando los demás no están de acuerdo con él
Narcisista
Ególatra
Avaro (intelectualmente)
Rutinario
Miedoso
Hipocondríaco
Controlador

Los creadores de este personaje se basaron en la personalidad de aquel que presenta síndrome de Asperger. Si buscamos información sobre las personas que padecen este síntoma encontraremos que sus características principales son:

Interacción social y afectividad:
    Egocentrismo, con muy poca preocupación por los demás y empatía.
    No sabe demostrar que le interesa una persona.
    Relaciones sociales muy limitadas, en los niños o adolescentes torpe interacción con sus compañeros.
Intereses restringidos y repetitivos:
    Intereses e inquietudes muy acotados que persigue obsesivamente pero en soledad.
    Rutina rígida, sistemática y cuyo mundo se podría reducir, por ejemplo, a los horarios de los trenes o la colección de sellos.
Lenguaje y discurso:
    Lenguaje formal, pomposo o pedante, con dificultades para captar un significado que no sea el literal. Problemas de comunicación con los demás, poca preocupación por la respuesta del otro. Falta de comunicación no verbal, impasividad. Hablar con una voz extraña, monótona o de volumen no usual. Falta de conocimiento de los límites y de las normas sociales.
Actos ritualizados:
    Rutinas y rituales muy poco usuales que no soportan el menor cambio pues esto genera inmediatamente una ansiedad insoportable.

Sheldon es un personaje perfecto, todo cuadra en él, pertenece al Nº 5 del eneagrama.

Va evolucionando en el tiempo y consigue mejorar algunos de los aspectos negativos de su carácter pero no por convicción propia, sino para ser socialmente correcto (aunque nunca lo consigue del todo). Su motor, su enfoque es la necesidad de acumular conocimientos para entender los secretos de la vida.
Ahora examinemos a otro personaje.

— ¡Un momento, no has explicado eso del eneagrama!

—¡Tranquilo! Lo veremos después de hablar de Penny.

Penny
Poco inteligente pero aguda
Tiene poca cultura y pocos modales
Sexi pero sabe hacer cosas muy masculinas
Impulsiva y decidida pero incompetente en su profesión de actriz
Desorganizada y desordenada pero feliz de serlo
Bebedora (moderada)
Dulce y simpática

Los guionistas de la serie, en un primer momento, habían elegido a un personaje diferente para ese papel. Después de varias pruebas se dieron cuenta de que habían creado a una mujer con un carácter demasiado fuerte y decidieron sustituirla por una joven más tolerante y dispuesta a realizar cambios importantes en su vida. Así nació Penny, un personaje con muchas contradicciones que va evolucionando en el tiempo y consigue mejorar algunos de los aspectos negativos de su carácter. En mi opinión,su enfoque radica en la necesidad de ser una persona mejor,en el deseo inconsciente de un desarrollo personal, aunque no está dispuesta a renunciar a ciertos pequeños defectos que, por otro lado, son los que la caracterizan. Su necesidad de mejorar es lo que la mueve a aceptar a ese grupo de amigos, a buscar un trabajo mejor, a estudiar y a intentar ser más culta de lo que es.



ENEAGRAMA



Es una herramienta que puede ser útil para encontrar el enfoque de un personaje. Según Wikipedia El eneagrama es un sistema de clasificación de la personalidad, que algunos también encuentran útil como camino de superación personal. Esta propuesta es una elaboración histórica por parte de autores occidentales que se basa en ideas anteriores de origen místico y oriental. Debido a las reelaboraciones sucesivas resulta complicado saber exactamente su origen, su estructura y uso original, aunque sí es posible trazar cómo ha sido concebido y usado por diversos autores en occidente. Generalmente se presenta como un método para el autoconocimiento y el desarrollo personal, aunque ha sido cuestionado por ciertas dificultades metodológicas. Sin embargo, algunos investigadores han encontrado que desde el punto de la psicología clínica presenta cierto interés.
Si alguien quiere saber más sobre el tema se pasa por la página y de paso ayuda con la donación de dos euros para su mantenimiento.

Tipo 1: El reformador. Idealistas, éticos, temen cometer errores, controlados, muy organizados y meticulosos, críticos y perfeccionistas, de sólidos principios, sabios, perceptivos y nobles. El Iracundo. Son personajes que transforman su ira en normas, leyes, estudios, pues no la consideran una cualidad perfecta. Buscan la perfección y hablan en términos de lo que está bien y lo que está mal sin claroscuros, ellos lo tienen claro. En su estado más sano/consciente/maduro, son tolerantes y muy éticos.

Tipo 2: El ayudador. Preocupados, comprensivos, sinceros, abnegados, sentimentales, aduladores, complaciente, con problemas para reconocer sus propias necesidades, generosos y altruistas, posesivos. Son personas que seducen para sentir que el otro los necesita. Dan, fingiendo no esperar pero precisan agradecimiento, poca tolerancia al rechazo. Necesitan ser vistos. En su estado más sano pueden ser realmente altruistas y desapegados.

Tipo 3: El triunfador. Adaptables, exitosos, seguros, atractivos, competentes, energéticos, trabajadores, competitivos y auténticos, pragmáticos, sobresalientes y ambiciosos. Yo soy lo que hago es su slogan de vida. Se desarrollan en función de gustar al resto de personas. La vanidad se traduce en la importancia de la imagen que proyectan a los demás y la importancia de su autoimagen de gustarse a sí mismos. El gustar les aleja de sí mismos/as. Están muy identificados con su trabajo, y suelen conseguir lo que se proponen, brillando en ello desde la eficacia. En su estado más sano, son sinceros y muy productivos.

Tipo 4: El individualista. Románticos, introspectivos, sensibles, reservados, sinceros, caprichosos, tímidos, vulnerables, autocomplacientes, inspirados y creativos, perfeccionistas aburridos, obstinados, incrédulos. Su compulsión más profunda es la envidia. Están pendientes de los demás, y creen que nunca tendrán aquello de lo que carecen. Conectados a los que le falta, a su carencia. La carencia eclipsa su valía. En su estado más sano, son empáticos y muy creativos

Tipo 5: El investigador. Cerebrales, curiosos, independientes, innovadores, obsesivos, nerviosos, aislados, pioneros y visionarios, penetrantes, perceptivos, innovadores. El observador. Necesitar poco es uno de sus lemas, amantes del conocimiento, intuitivos y sabios. Los observadores de la vida por antonomasia. Se caracterizan por la avaricia, porque no saldrán de su escondite hasta estar bien seguros de que tendrán suficiente energía, dan poco por miedo a que le pidan más después. Buscan la autosuficiencia. En su estado más sano, son desapegados y generosos. (Sheldon es avaro con sus conocimientos y su sabiduría)

Tipo 6: El leal. Comprometido, digno de confianza, trabajador, responsable, evasivos, nerviosos, desafiantes, estables, seguros, independientes, desconfiados. Su fijación es el miedo. Suelen imaginar siempre los peores escenarios. Buscan la autoridad y el poder al mismo tiempo que huyen de ello. Fingidores de autoconfianza, ocultan un profundo miedo por lo que les pueda pasar. En su estado más sano, son valientes, leales y muy buenos compañeros

Tipo 7: El entusiasta. Productivos, versátiles, optimistas, espontáneos, animosos, prácticos, desorganizados, indisciplinados, superficiales, impulsivos, alegres, activos, agradecidos, divertidos, dispersos. : Huyen del presente, planificando múltiples futuros, y lo hacen constantemente. La gula de experiencias en la vida, insaciables. Como no se quieren perder nada, profundizan poco. Máscara de alegría, evitan el dolor en todas sus formas, fóbicos al dolor o lo desagradable. En su estado más sano pueden estar muy presentes y se comprometen, son muy animadores, capaces de disfrutar del presente como nadie.

Tipo 8: El lider. Poderosos, desafiante, dominantes, seguros, fuertes, protectores, decididos, orgullosos, intimidadores, heroicos, magnánimos y grandiosos, voluntariosos. Imparten justicia (a su modo). Dividen el mundo entre fuertes y débiles. Su fijación es la lujuria o el exceso; tienen mucha autoconfianza, van por la vida necesitando ser fuertes y prevalecer sobre las circunstancias. Fuerte personalidad, y defensores de "los suyos" (El líder, el padrino). En su estado más sano, son protectores, ayudando al otro de forma magnánima y aportándole fuerza. Accionan con o sin miedo

Tipo 9: El pacificador. Humildes, conformistas, confiados, estables, bondadosos, complacientes, pasivos, tozudos, indómitos, abarcadores, capaces de unir a las personas y solucionar conflictos, agradables y satisfechos. : El pacificador. Les frena la pereza. Se amoldan a los demás, su adaptación para evitar el conflicto los aleja de sus deseos, gustos y necesidades. Se funden con el entorno y les cuesta mucho expresar sus necesidades. Entienden todas las opciones y es muy difícil discutir con ellos, pues evitan como pueden el conflicto. En su estado más sano, son muy buenos mediadores y se adaptan, calmando los extremismos.

No quisíera crear polémica con el eneagrama, no es mi intención entrar en el debate sobre la utilidad de este instrumento en el campo de la psicología, solo comento que me parece útil para encontrar características comunes y contradictorias de un personaje.

El eneagrama se utiliza como el círculo cromático:
Si giramos la rueda de forma que el carácter del personaje que estamos creando quede situado en el vértice de un triángulo, podemos añadir a su forma de ser peculiaridades de los caracteres consecutivos por ambos lados pues se complementan (un personaje tipo 6 tiende al 5 o al 7 por aquello de que nadie es perfecto).
Los caracteres que están en los otros dos vértices del triángulo son opuestos por tanto si incluimos alguna de sus peculiaridades en la personalidad de nuestro protagonista crearemos conflictos. Así un personaje tipo 6 puede tener algo que sea característico del 5 o del 7 siendo virtudes o defectos complementarios pero crearíamos conflicto en él si añadieramos defectos o virtudes del caracter 9 o del 3 por ser sus opuestos.

domingo, 14 de mayo de 2017

El bar de Ernesto: Energías





Paco empuja con desgana la puerta del bar y sin mirar a nadie se dirige hacia la barra, avanza cabizbajo y arrastra los pies como si llevara botas pesadas. Ernesto está en la cocina pero mantiene la puerta entreabierta con un pie y al ver entrar al cliente, sale a recibirlo.

—Hola Ernesto, lo de siempre, con hielo y limón. ¡A ver si eso me anima! —dice Paco apoyando los brazos en la barra y tirando de un taburete con el pie—. ¡No sabes el día que llevo!, parece que hoy todos han querido ponerse en mi contra y ya no sé qué hacer.

—¿Qué te ha pasado? —pregunta Ernesto cerrando la puerta de la cocina después de haber lanzado una bocanada de humo hacia el interior.

—¡Un desastre, se podría decir que he topado con la iglesia tres veces!

—¿Tú? ¡Pero si ni siquiera sabes santiguarte!

—¡Ya ves! —E hizo un pausa para reunir fuerza— He querido dejar a todos contentos y ahora nadie me dirige la palabra. Mi madre ha decidido que ya no me habla. Va diciendo a todo el mundo qué le prometí bautizar al niño, qué ya tiene dos años y aún no he cumplido mi palabra, qué si le pasa algo, la culpa de que acabe en el limbo será mía. Y eso, amigo mío, es muy duro de llevar para un padre.

—¡No me extraña! Eso del limbo no suena nada bien y si puedes evitárselo al crio…

—En eso estoy, pero no lo tengo nada fácil.

—¿Qué le has contestado a tu madre?

—A ella nada. He hablado con mi mujer y le he contado lo del limbo.

—¡Mal camino has elegido! Luna es hippy hasta la médula.

—¡Ya! Lo del limbo no ha removido sus principios ni de un milímetro y como resultado, ella tampoco me habla. Dice que si se me ocurre bautizar al niño se lo lleva a Ibiza y nunca más sabré de ellos, que si hay que ir al infierno irán ellos dos, juntos y sin mí.

—¡Mal te veo, Paco! No le veo solución al asunto. ¿Y el tercer cabezazo? ¡no habrá sido una conversación de hombre a hombre con el chaval!

—¡Ojalá pudiera dar su opinión! Eso me sacaría de problemas. Con el tercero intento, creo que he metido la pata aún más. He ido a hablar con el cura para ver si podíamos bautizar al niño sin que su madre lo supiera.

—¡Tú no estás bien, Paco! ¿Pero no te das cuenta de que en un bautizo tiene que estar la madre presente?

—A ver, ¡tan tonto no soy! le he comentado al cura que mi madre se encargaría de hacer el papel…

—No quiero ni imaginarme la cara del cura —contesta Ernesto dejando la bebida de Paco sobre la mesa y desapareciendo tras la puerta de la cocina.

—¡Un poema! —dice Paco en voz baja — su cara era todo un poema. Menos mal que te has ido y no tengo que explicarte porqué.

Un hombre que apoya los codos sobre la repisa de mármol y mantiene la cara escondida entre las manos, levanta la cabeza poco a poco quedando con la nariz aprisionada entre los dedos y, en esa postura, murmura unas palabras inteligibles.

—¿Perdone? —pregunta Paco al darse cuenta de que habla con él.

—Decía, que son malos tiempos para todos.

—¡Hombre, Miguel! perdona pero no te había visto.

—No me extraña.

—¿Y eso?

—No me sorprendería nada haberme vuelto transparente —comenta Miguel mientras se esfuerza para conseguir incorporarse en el taburete.

—Mala cara sí que tienes, ¡amigo! ¿Te ayudo?

—No te preocupes, lo conseguiré, es que estoy algo flojo. Sabes, llevo varias noches durmiendo fatal —Y vuelve a dejarse caer sobre la barra.

—¡Pues sí qué estamos buenos! Y a ti, ¿qué te pasa?

—Estoy hecho polvo y duermo fatal?

—Bueno, supongo que las dos cosas estarán ligadas.

—En cierta forma sí. El asunto es algo complicado pero voy a intentar explicártelo lo mejor que pueda, descanso mal porque no logro mejorar mi estado energético y estoy destrozado porque la falta de energía me quita hasta las ganas de comer.

— ¿Tu estado de qué?

—No me hagas hablar tanto que estoy agotado. Te lo pongo más fácil, me han echado un mal de ojos.

Paco traga saliva y echa un vistazo a su alrededor, no ve nada extraño y entonces mira con cierto disimulo el interior del vaso del amigo.

— ¿Lo del mal de ojo es lo que no te deja dormir? —pregunta bajando la voz.

—¡No, qué va!, Eso es lo que me quita las ganas de comer, lo del descanso es por la cama.

—Lo de la cama tiene fácil arreglo, Miguel, ¡solo tienes que cambiar el colchón!

—No es tan sencillo, Paco, al colchón no le pasa nada, es la cama.

—¿Qué le pasa a la cama? ¡No estará embrujada o algo parecido!

—¡Qué va, hombre! ¡No pensarás que yo creo en magias o tonterías de esa clase! Lo que pasa es que no logro colocarla de forma correcta. Si la pongo lejos de puerta y ventanas evito que las buenas energías escapen de la casa pero no queda orientada de la forma correcta para que el campo electromagnético de la Tierra fluya a través de mi cuerpo —tomó aliento y siguió—. Si caso las dos cosas, la cama queda en el centro del cuarto y la cabecera no toca pared y eso es perjudicial. No te puedes hacer una idea de cuánto.

—Espera, Miguel, me he perdido —contesta Paco, y después de apurar su bebida comenta— lo que más me preocupa es eso de las “buenas energías”. ¿Podrías explicarme qué quieres decir con eso?

—Pues… ¡las energías positivas, hombre!, ¡cuáles van a ser las buenas, si no! Te he pedido que no me hagas hablar más de lo necesario, ¿no ves que estoy destrozado?

—¡Tranquilo, Miguel! —Paco pone una mano sobre el hombro del amigo— si estamos hablando de tu habitación, que está en el planeta Tierra, y de ti, que eres más grande que un electrón, no tienes de qué preocuparte. Las energías no pueden ser más que positivas.

—Perdone, señor, pero su amigo no se está refiriendo a la energía cinética, ni a la gravitacional —comenta un hombre de frente ancha y pelo recogido en una larga coleta— su amigo le está hablando de la energía interna de cada individuo, de la energía del alma, de la esencia de la vida. Si esa energía negativa que ya le rodea, aumentara, su amigo podría llegar incluso a apagarse y si le han echado un mal de ojo hay que poner remedio antes de que eso sea irreversible.

—¿Cómo? —pregunta Miguel entrando en pánico.

—Perdonen, me gustaría intervenir —dice una mujer que está removiendo el interior de una taza humeante, en una mesa cercana.

—Sí —contesta Miguel.

—¿Ya le han hecho la prueba del aceite?

—¡Cómo me alegro de que alguien hable mí mismo idioma! Todo eso del tamaño de un electrón y de la esencia de la vida me ha dejado peor de lo que estaba. La prueba del aceite ha dado positiva. Me han asegurado que es mal de ojo pero no me han dicho nada sobre lo de apagarme.

La mujer se levanta, se acerca a Miguel con paso decidido y le coloca un dedo sobre la mejilla.

— ¿Puedo?

—¡No faltaba más!

—¿Le han pasado el huevo? —pregunta ella mientras observa el interior del globo ocular de Miguel.

—Sí, me lo han hecho dos veces, pero no han conseguido resolver nada. Por lo visto las malas energías no quieren abandonar mí cuerpo. Me han dicho que el problema viene por la orientación de la cama.

— ¡Lo de la cama no tiene nada que ver con el mal de ojo! —grita el coletas dando un manotazo sobre el mármol— ¡Menuda tontería! La orientación de la cama tiene que ver con la ocupación consciente y armónica del espacio según el feng shui, el mal de ojo es un asunto de una naturaleza completamente distinta. Aunque podría ser que… ¿cuándo usted duerme, tiene los pies en dirección a la puerta?

—Para que la cabecera toque pared, ¡no me queda más remedio! —contesta Miguel pasando un pañuelo por la frente.

—¡A ver si en lugar de un mal de ojos lo que le pasa a usted es qué va enfermando poco a poco y sin una explicación lógica porque duerme en la posición de la muerte!

—¿Tiene televisión o espejos en la habitación? —pregunta la mujer al ver que Miguel va perdiendo el poco color que le queda.

—Sí, pero el espejo está dentro del armario y tapo la pantalla de la tele con un trapo antes de dormir.

—¡Bien hecho! —contesta la mujer dando a Miguel unas palmaditas en el hombro— ¡No desespere qué todo tiene remedio! Menos la muerte, claro está, pero no se preocupe que ese todavía no es su caso, se lo he visto en el fondo del ojo, en el alma. Ahora solo le queda girar la cama y hacer una buena limpieza.

— ¡Oiga! Le agradezco los ánimos pero le aseguro que mi casa está bien limpia —grita Miguel viendo sus días contados y su honor por los suelos.

—¡No de energías negativas! —contesta el coletas— ¡Esas fuerzas malignas no se barren con la escoba, muchacho! ¿Ha limpiado con sal y ha puesto velas blancas?

— ¡No! —contesta Miguel con un extraño brillo en los ojos— ¡Nadie me ha hablado de eso!

—Nunca falla. Unas buenas velas blancas y unos lazos rojos en las esquinas protegen el ambiente. ¡¿Ha visto cómo hemos dado con la solución?! —añade la mujer asintiendo enérgicamente.

Ernesto vuelve a dar señales de vida y observa, pensativo, la escena.

— ¿Pero… es que no hay nadie aquí que opine que esto es una locura? —pregunta Paco abriendo los brazos.

—Yo mismo —contesta un hombre que estaba escuchando la conversación desde el fondo de la sala—, ¡esas son todas majaderías!

— ¿Y con qué autoridad está usted hablando? —pregunta desafiante el coletas.

—¡Con la que me otorga Dios! —Y el hombre enseña el alzacuellos.

—Bueno —dice Miguel dirigiéndose de puntillas hacia la puerta—, agradecido a todos por la ayuda…me voy a comprar velas blancas.

—¡Será para llevarlas a la Virgen!

—¡Por supuesto Padre! Mañana las llevaré sin falta.

El local queda inmerso en el silencio y solo se oyen los pasos del hombre vestido de negro que avanza hacia la barra. Mira a Ernesto con expresión severa y pide un café. Niega con la cabeza repetidas veces, se gira y clava sus ojos en los ojos de Paco, luego levanta una ceja.

—Veamos cómo podemos arreglar lo del chaval, tiene mala pinta pero los caminos del Señor son infinitos.

Ernesto observa como el líquido negro cae en el fondo de la taza, de repente levanta la cabeza y observa el calendario. —¡Ya me parecía a mí! San Simeon el loco,por algo será.

lunes, 8 de mayo de 2017

Hablemos de humor 2




En la entrada anterior planteamos la diferencia entre lo cómico y lo humorístico y comenzamos a bucear en el campo de la comicidad por aquello de construir la casa partiendo de los cimientos. Teníamos dos vías, situaciones y personajes cómicos y decidimos centrarnos en estos últimos hablando de su carácter y de su forma de ser. En esta entrada nos centraremos en las peculiaridades físicas de un personaje.

Antes de empezar me gustaría comentar que, hablando de defectos, los que carecemos del sentido de orientación agradecemos la aparición de un mapa en los momentos de pánico. A ejemplo, esas ocasiones en las que salimos de una tienda que tiene dos puertas y no nos hemos percatado del detalle al entrar. ¡El mundo se nos viene encima! (el personaje entra en conflicto con sigo mismo).

El que no tiene este problema no entiende el momento dramático que vive el protagonista y le hace gracia ver como reacciona el personaje que, al salir por la puerta que no ha usado para entrar, se comporta como si se estuviera en otro planeta, en un paisaje que no era el esperado, en una realidad distinta a la que tenía en el momento de entrar.

—¿Y?

—¿No es tu caso?

—¡Para nada! Me oriento perfectamente.

—Bueno, entonces puedes pasar directamente a la página tres porque, en la
dos, me he permitido elaborar unos esquemas exclusivos para
los desorientados y/o despistados.





COMICIDAD POR PECULIARIDADES FÍSICAS

Recordamos que:
TEORÍA DE LA SUPERIORIDAD, iniciada por Aristóteles, seguida por Platón y sostenida por Bergson y por Hobbes, considera la risa pusilánime puesto que se basa en la ridiculización del prójimo y del reconocimiento de nuestra superioridad. Mientras que la TEORÍA DEL PLAY dice que todo puede verse bajo el prisma del humor.

Bergson afirma que la mayoría de los individuos (porque siempre hay excepciones) ríen del aspecto físico de un individuo cuando logran apartar los sentimientos que prueban hacia ellos.

He aquí el primer gran truco de magia: saber aislar los sentimientos del lector.

Se trata de encerrarlos en una cajita estanca y enterrarla bajo tierra. Veamos tres formas de hacerlo.

—¡Por fin algo práctico e interesante en esta entrada!

—Se agradece, ¡parece que no pero eso anima!

El personaje se ríe de sí mismo.

Recuerdo que la primera vez que vi a Mariano Mariano en televisión haciendo humor de su situación en silla de ruedas, me impactó mucho. Al principio me costaba trabajo reír pero, poco a poco y de su mano, encerré mis sentimientos en la cajita y sin darme cuenta cavé un hoyo y la enterré.

Soy bajito, lo sé, pero eso tiene sus ventajas y son muchas…
Calvo, y eso es lo que me permite tener la mente despejada…
Si el personaje acepta su particularidad, el lector apartará todo sentimiento de pena.

Diálogos entre personajes.

Es como aquello de echarle la culpa a otro. El narrador escurre el bulto y no tiene nada que ver en el asunto y, por su puesto, ¡el escritor menos aun!
El lector tiene la libertad de reír o no, y, en el peor de los casos empezará a odiar a la figura que ofende. (Aprovechemos esta oportunidad para crear empatía o/y odio hacia los personajes)
Si la figura que resulta ofendida responde, a su vez, con una ofensa y el diálogo va subiendo de tono, estaremos usando otro truco de magia, el in crescendo: en una escena, los diálogos y los acontecimientos tienen que ir de menos a más, creando así tensión y expectación en el lector. A mayor tensión, mayor liberación humorística (aprovechemos las ocasiones para llevar la tensión al límite, mirándolo todo con lupa y deteniéndonos en los detalles interesantes).

Que la atención recaiga en el fin y no en el medio.

O sea, hacer que el defecto de un personaje plantee una situación o un momento humorístico.
La atención del lector se centrará en el momento y no en su defecto.
Si el protagonista tiene la nariz desproporcionada, nos centraremos en las posibilidades que esto ofrece y empezaremos por las buenas por aquello de no dar pistas antes de tiempo.
Aunque el hecho de tener la nariz grande no es motivo suficiente para tener la capacidad olfativa desarrollada, podemos dotar a la figura con esta facultad por aquello de tener las orejas más grandes para oírte mejor. No olvidemos que el personaje es fruto de nuestra creación y, teniendo siempre presente que todo debe justificarse, podemos hacer con él lo que queramos.

Al dotar al personaje con la característica de un olfato desarrollado estamos desviando la atención del lector desde su nariz a su virtud. De esta forma, si más adelante le hacemos entrar en un baño público, por muchos golpes que se dé con la nariz contra las puertas, el lector estará esperando el momento de la verdad: su reacción frente a los perfumes que emana el lugar.

—¡Pero eso es un burdo engaño!

—Lo sé. Pero es lo que hay. Llámalo ver las cosas desde
otro punto de vista, llámalo teoría del play,
llámalo como mejor te parezca pero si quieres
hacer humor tendrás que emplearlo.

—No me parece bien.

Tienes otra alternativa: fíjate en el defecto más
grande de tu personaje e intenta hacer humor
con otro más pequeño (creando sorpresa en el lector).
Y otra más: usa su defecto para
ponerle un mote simpático que será el que usarás
para referirte a él desde ese momento en adelante:
el vela, la kilitos, el fideo, el bolas, el bisagra, el tragón, la colega,
la molona, el bombón, la dolorosa, el machacón, el pastelito…


¿Cómo podemos individuar los defectos físicos de un personaje?

—¡Vaya una pregunta más tonta!

—No lo es. No basta con mirarle.

Para identificar los defectos físicos de una persona debemos mirarle, saber a qué huele, definir los ruidos que hace, tocar su piel e imaginar a que sabría si pudiéramos probarlo.

—¡¿Probarlo!?

—¡Sí señor! Tenemos que mirarlo, olerlo, tocarlo, oírlo y probarlo.
¿Por qué, si no, se dice que un hombre guapo está como
un queso o que una mujer atractiva es un bomboncito?

—Ya. ¡Pero yo no pienso probar a un tío ni aunque me ates!

Para crear un personaje redondo, las particularidades físicas tienen que ir en consonancia con su carácter, esto justificará el defecto elegido y al mismo tiempo, creará empatía con la figura.

Un profesor excéntrico puede ser calvo en la parte frontal de la cabeza (se debe a tanto pensar) y tener el poco cabello que le queda eternamente electrizado y rebelde a todo tipo de peine. Un avaro camina encorvado (esconde los bolsillos), es enjuto, con ojos pequeños y huele a viejo (no se gasta el dinero en ropa nueva). Su sabor: el de un fruto demasiado maduro, en fermentación. Para mí, un personaje optimista llevado a la exageración podría ser gordito, ¡bastante gordito! Tropezaría con facilidad porque nunca mira al suelo, tendría la piel tersa y sonrosada, transparente como la de un niño, y la punta de la nariz colorada. Sería como un niño grande que no intuye los peligros, un tipo fácil de engañar, la víctima perfecta para un timador al acecho.

Ejercicio: sigamos completando la tabla que empezamos en la entrada anterior añadiendo particularidades físicas y asignando un mote a los personajes.



¿Qué pasaría si invirtiéramos los papeles o si a un personaje le agregásemos los defectos de otro además de los que tiene?

¡La mayoría de las veces llegamos a situaciones imposibles!

Pero pongamos por ejemplo que el científico excéntrico distraído, profesor universitario que se dedica a demostrar las hipótesis más peregrinas, entra en un taller. Supongamos que empezamos a notar que le tiemblan las manos, que coge el destornillador de forma incorrecta, que se rasca la cabeza y se le pone cara de bobo… ¡hemos descubierto una nueva e interesante faceta de nuestro personaje que le llevará por el tortuoso camino del humor!

Si a un profesor universitario de arqueología, un guaperas que se pasa el día con la nariz metida entre pergaminos, le pones en medio de la selva más impenetrable y se convierte en un hombre decidido y valiente que da latigazos a todos lados, su camino será el de la aventura, los peligros y los misterios. Pero si además le conviertes en tímido con las mujeres y le añades una pizca de impetuosidad y una cucharadita de irresponsabilidad tienes a Indiana Johns. (Indiana Smith fue el personaje original, creado por el guionista y director George Lucas, Steven Spielberg modificó el nombre para que fuera más musical)

Los buenos personajes, los que atrapan al lector son aquellos que presentan distintas facetas de sí mismos a lo largo de la historia, esas facetas son las que definen sus conflictos internos que, de esta forma, irán creciendo al tiempo que lo hace el personaje.

—Podrías haber puesto más ejemplos.

—¿Has visto alguna vez la serie Allí abajo? Los personajes no tienen desperdicio.

—¿Te gusta la serie?

—Eso es asunto mío. Lo que importa es que estoy segura de que
todos hemos visto algún que otro capítulo y
los personajes están frescos en nuestras memorias.


Personajes de la serie Allí abajo

(cuyo guionista es Óscar Terol Goikoetxea, humorista español que ha desarrollado su carrera profesional como escritor, guionista, actor y presentador de televisión)

1) Los protagonistas: Carmen e Iñaki
2) Personajes secundarios: Los amigos vascos, las vecinas andaluzas, el personal de la clínica de Sevilla y los personajes del entorno de Iñaki.

Iñaki y Carmen: son personajes comunes en un mundo de locos (ya hablaremos de esto cuando nos planteemos escribir historias humorísticas). Tienen sus particularidades pero ninguna se lleva a la exageración, representan a figuras corrientes en situaciones extraordinarias.

Los amigos vascos son personajes caricaturizados, en su complejo, por la exageración de la forma de ser de los vascos.
Las vecinas andaluzas, en su conjunto, dan pie al humor por la exageración de la forma de ser de los andaluces.
Si profundizamos un poco más veremos que en el caso de los amigos vascos se usa más el humor basado en el carácter de cada uno: el tímido, el lanzado y el interesado. Mientras que en las amigas andaluzas se fuerzan las tintas en su aspecto físico: la gorda, la delgada y la feucha.
En el caso de las andaluzas podemos observar como la burla tiene lugar por medio de diálogos entre ellas que van in crescendo.
En el caso de los vascos, en cambio, los autores utilizan el recurso de reírse de sí mismo, de las bromas que unos gastan a otros y de las desgracias que le ocurren a cada cual, debidas a sus defectos.

—¿Cómo lo ves? ¿Estás de acuerdo con mi punto de vista?

—No lo sé, sigue y ya veremos.

—Ya sabes que puedes poner un comentario al final de la entrada.

—Me lo estoy pensando.

—Te recuerdo que equivocándose aprende el hombre y que yo, a pesar
de ser mujer, estoy dispuesta a hacerlo.

—Lo tendré en cuenta.

—Sigo, pues.

Maritzu, Bego y Sabino forman parte de los personajes del entorno de Iñaki. Son representantes de la sociedad matriarcal vasca en la que las mujeres suele ser de armas tomar y los maridos, en apariencia, obedecen. Se calcan las tintas en las escapatorias que encuentran los hombres para hacer lo que desean.

Personajes de la clínica de Sevilla, hay para todos los gustos y dan lugar a un sinfín de momentos cómicos. Merece la pena estudiarlos por separado:
  1. El señorito andaluz y sus hijos, cada cual encarna a un personaje típico, bien determinado tanto en el físico como en la apariencia y en la forma de ser.
  2. La enfermera cotilla (lógicamente la recepcionista, se entera de todo)
  3. La enfermera inocentona (la novata, la jovencita, la tontorrona)
  4. La enfermera prepotente (grande, no tiene pelos en la lengua y el de la cabeza es bastante rebelde…)
  5. El médico mujeriego.
  6. La directora interesada.
  7. El camarero distraído y torpón.
  8. La cocinera simplona pero buena gente.
  9. Y por último Jozé. Lo interesante de este personaje es que todas sus particularidades lo son en forma atenuada: no es un distraído aunque a veces actúa como tal, no es ignorante pero a veces lo parece, es interesado pero buena gente y amigo de los amigos, es tímido pero sabe desenvolverse. Un personaje comodín.

Ahora es tu turno, escoge una serie de humor e intenta describir a los personajes. Te adelanto que sobre Big Bang Theory hablaremos en la próxima entrada.


Descarga la tabla para editarla y poner tus propias conclusiones

lunes, 1 de mayo de 2017

El intrépido brote





En realidad no tiene mayor importancia saber quién es Susana, cómo es o a que se dedica porque lo que de verdad importa es comprender lo que sucedido esa noche, que fue lo que cambió su vida por segunda vez, en un arco tan corto de tiempo.

Susana se sentía sola. Desde que Mariano la había dejado, esa soledad la acompañaba a todas partes, incluso a las reuniones con los amigos. Había entrado en una espiral de la cual no lograba salir o lo que es peor, ni siquiera se planteaba hacerlo y su único deseo era tener tiempo libre para escapar a refugiarse en su rinconcito.

Esa mañana, subía la última pendiente del camino con la esperanza de encontrar la cancela abierta pero comprobó enseguida que, como siempre, ella era la primera.

La explanada estaba desierta, se quitó la mochila y se acercó al viejo muro de piedra para contemplar el pueblo al pie del monte. Cada día hacía el recorrido en menos tiempo y desde que había tomado la decisión de subir andando se sentía más ligera.

Le llamó la atención una nube de polvo que desdibujaba el camino y enseguida reconoció la furgoneta del guarda que subía a toda velocidad. El hombre bajó del vehículo y le dedicó una especie de sonrisa retorcida que tenía, probablemente, la intención de parecer una disculpa. Corrió a abrir el candado y, por fin, Susana pudo entrar en el cementerio.

El camino de tierra estaba flanqueado por cipreses. A Susana le gustaban los cipreses, le parecían serios y elegantes, nada que ver con los olivos que siempre andan alardeando y dándose importancia. Cogió una piña y aspiró su aroma amargo, luego se la metió en el bolsillo.

Su rinconcito quedaba ya a pocos metros de distancia. Susana se imaginó que Mariano la estaba esperando impaciente y aceleró el paso. Pero al llegar al lugar se le ensombreció la mirada al notar que un filo de hierba se había atrevido a asomar la cabeza entre las piedrecitas de la tumba. Con decisión arrancó el intrépido brote y lo lanzó al suelo con rabia.

Mientras dejaba la bolsa en el suelo, en su mente tomaba forma una idea inquietante: la vida estaba intentando abrirse camino y ella lo había impedido. Sacudió la cabeza y se enfadó consigo misma porque, desde que Mariano había faltado, a cada decisión tomada le surgían dudas existenciales.

—No estoy dispuesta a dejar que otros compartan la tierra de Mariano, pero por otro lado no pienso arrancar ni un solo brote más.¡Quizás la solución sería fumigar con algún tipo de herbicida! Pero pensándolo bien puede que envenenar la tierra no sea lo correcto. Lo consultaré con don Eufrasio, el domingo, después de misa o, mejor, me pasaré por su casa esta misma noche.

Con los brazos apoyados en las caderas examinó la tumba palmo a palmo rezando para no encontrar ni un intruso más. Suspiró aliviada, abrió una silla plegable que traía consigo, y se sentó a la sombra de un ciprés, no sin antes haber sacado brillo con la manga de la camisa a la foto de Mariano.

Se quitó las zapatillas de deporte y calzó unos zapatos de tacón, luego cogió su libro y buscó la página que había dejado con la esquina doblada el día anterior.


Esa misma mañana, Marisa se había levantado con un terrible dolor de cabeza y lo primero que hizo fue ir a desayunar.
¿Será la alergia o la maldita resaca?, se preguntó mientras miraba la nube de vapor que salía de la taza de café. Pensó en la noche anterior, en la discoteca, en el desconocido que había salido de su casa unas horas antes y de repente recordó que no había llamado a Susana. La noche anterior había salido con tanta prisa que se había olvidado de ella y eso que la pobre necesitaba evadirse y olvidarse de tanta pena. Se maldijo y decidió arreglarlo yendo a su casa en cuanto estuviera vestida.


Mientras tanto Susana no lograba concentrarse en la lectura. Se sentía mal, ese brote de hierba arrancado con tanta saña la estaba martirizando.

¡No está bien lo que he hecho!, pensaba, ¡el pobre solo intentaba llegar a la luz!, sentir los rayos de sol sobre su frágil cuerpecito y hacerse fuerte. ¿Cómo puedes pensar en disfrutar de la lectura en un momento como este?

Al fin, decidió ir a la fuente y llenar de agua la tapa del termo que llevaba consigo y en ese momento descubrió, con el rabillo del ojo, que Clotilde avanzaba hacia ella luciendo sus prendas más elegantes. En el pecho, sobre la camisa de seda, habían quedado prendidas las migas del último bollo que había comido. Como siempre la acompañaba su hijo Pedro al cual tampoco le hubiera sentado mal subir andando hasta el cementerio.

—Susana, no se te ocurra beber esa agua, ¡por Dios!

—No se preocupe, doña Clotilde, no es para mí.

La mujer se puso tensa y con rápidos movimientos de cabeza inspeccionó el lugar en busca del ser de cuatro patas. Estaba prohibido llevar mascotas al cementerio y esa habría sido la ocasión perfecta para armar un buen follón, uno de los suyos, uno de esos que la dejaban relajada para el resto del día.

—¡Es para intentar revivir a ese pobre que he ajusticiado en un brote de ira inexplicable! —dijo Susana indicando hacia la tumba de Mariano— A veces una no sabe lo que hace y se deja llevar por la rabia, por hacer lo que cree correcto sin pensar en las consecuencias y luego vienen los remordimientos pero ya es tarde para eso.

Madre e hijo fueron doblando el cuello hacia el mismo lado según Susana explicaba lo sucedido y la misma expresión ceñuda hizo aparición en sus caras.

—¡Vámonos, madre! No tienes por qué estar aguantando esto —dijo Pedro empujando a su madre con el brazo y mirando a Susana con aire reprobatorio.

—Bueno… ¡a lo mejor revive! —dijo Susana— Si lo llego a saber, no les cuento nada. ¡No pensaba que fueran ustedes tan sensibles!

Regresó a su parcela sintiéndose cada vez más culpable y empezó a buscar a la víctima de su acto brutal. Encontró al imberbe en un claro del camino y comprobó con júbilo que las raíces no habían quedado muy dañadas. Lo recogió con delicadeza y sumergió los pelillos en el agua, dejando luego la taza al lado del florero.

Mientras volvía a tomar asiento se fijó en una viejecita que recorría el camino de tierra. Avanzaba encorvada y levantaba una nube de polvo al arrastrar los pies.

¡El ramo que lleva pesa demasiado para un cuerpo tan debilitado!, pensó Susana mientras se preguntaba si hubiese sido correcto ir a ayudar a Doña Remedios.

—Buenos días, Susana, ¡esta mañana se te ve contenta! —saludó la anciana mientras se detenía para hacer un descanso.

—Sí, estoy contenta porque me he dado cuenta de que la vida se abre camino de las formas más inesperadas y estoy convencida de que, con mis cuidados, el pobre terminará resucitando. Aunque, para serle sincera, no deseo que esto vuelva a repetirse y no sé qué opinará don Eufrasio, me refiero a lo de usar herbicida. Lo digo por aquello de no arrancar ninguno más de la tierra, le aseguro que luego se siente una culpable y la gente no te mira con buenos ojos.

—¡No deberías de hacer esas cosas, niña! Con los muertos no se juega.

—¡Pero si no está muerto del todo!, ¡ya verá como vuelve a la vida y más fuerte y hermoso que antes!

La anciana agachó la cabeza y reanudó su camino lento y tortuoso, girándose de vez en cuando para observar a la muchacha.

—Creo que este lugar sensibiliza demasiado a la gente, ¡Solo ha sido un hilo de hierba y me tratan como a una asesina! La verdad es que estoy empezando a darme miedo a mí misma. ¿Qué habría hecho si hubiese encontrado a un gato tumbado sobre Mariano? ¡No quiero ni pensarlo! Y, visto lo visto, ahora estaría, como mínimo, en comisaría.


Marisa, cansada de llamar al timbre de casa de Susana, estaba terminando de escribir una nota. La dobló y la lanzó por debajo de la puerta con un certero puntapié. Después fue corriendo a buscar una farmacia para comprar la pastilla del día después, olvidándose, de momento, de los problemas de la amiga porque con los suyos ya tenía suficiente.


Entre charla y charla con los asiduos del lugar, había llegado la hora de comer y Susana no había avanzado mucho en la lectura de su libro, no hacía más que observar si el hilo de hierba, que seguía desplomado hacia un lado, empezaba a dar señales de vida. Nadie la comprendía ni la animaba a seguir luchando. Pero estaba segura de que Mariano habría estado de acuerdo con ella, él, que amaba todo bicho viviente, la habría apoyado en su decisión de seguir adelante.

Concentró sus esfuerzos en otra cosa y fue así como se dio cuenta de que no había comido nada desde el desayuno por culpa del maldito brote. Tenía hambre. De la bolsa sacó un paquete envuelto en papel de aluminio y se quedó pensativa.

No estoy segura de que esté permitido comer en el cementerio, pensó, a lo mejor está prohibido, pero los frutos secos no ayudan nada en el asunto del régimen.

—¿Tú que dices, Mariano? —preguntó dirigiéndose a la foto del difunto—¿Te molestaría si comiera un emparedado aquí, a tu lado? Es de tomates y pechuga de pavo. ¡Seguro que eso no te abrirá el apetito!

—¿Con quién estás hablando? —preguntó un hombre que caminaba a su lado con pasos presurosos.

—¡Vaya, don Hurtado!— dijo Susana a modo de saludo después de haber reconocido a su vecino del quinto—¡Aquí, charlando con Mariano! Pero por muchos argumentos que saque no consigo que me envíe ni una sola señal y eso que cuando estábamos juntos nos entendíamos sin necesidad de abrir la boca. ¡Estará ocupado!, lo comprendo, ahí arriba tendrá mucho que hacer y con sus problemas respiratorios y la alergia a las palomas, no le será nada fácil adaptarse. ¡Pero al menos una señal! ¡aunque fuera pequeñita…! Un brote… ¡¿Un brote?! ¿Usted cree que un brote puede ser una señal? —preguntó mientras agarraba la taza del termos— ¡Mariano! ¿Estás ahí, Mariano?

Susana volvió a quedarse sola, el hombre aceleró sus pasos y desapareció de su vista.

Me ha parecido algo maleducado, pensaba Susana, pero por otra parte diría que es normal, en la posición en la que estaba no ha podido ver el brote dentro de la taza, habrá creído que hablaba con los posos del café.

Se comió el bocadillo y tras comprobar que el brote seguía vivo pasó el resto de la tarde leyendo.

Cuando volvió a casa oscurecía y tenía los brazos cansados de llevar la taza con el brote que había plantado en un poco de tierra. No había querido dejarlo en el cementerio porque pensaba que el relente de la noche podría darle el golpe definitivo.

Lo primero que vio al entrar en casa fue un papel en suelo. Dejó la taza sobre una mesa, recogió la nota y la leyó.

El folio volvió al suelo al tiempo que Susana volaba a la cocina. Estaba pálida y parecía descompuesta. Abría y cerraba las puertas de las alacenas revolviendo su interior y tirándolo todo, hasta que detrás de unas viejas latas de té apareció una botellita de ginebra. La abrió con manos temblorosas y bebió el contenido del frasco de un trago. Se apoyó a la pila y se obligó a respirar varias veces llenando primero la tripa, luego el estómago y al final los pulmones como le habían enseñado en las clases de relajación. Claro que no le habían comentado nada sobre la ginebra y Susana tenía sus dudas de que, esta vez, el asunto funcionara.

Cuando se hubo calmado volvió al salón y se quedó mirando la nota durante unos largos minutos. Su mente estaba en blanco, probablemente debido a la ginebra, era como si la soledad se hubiese instalado en su cerebro dejándolo completamente vacío. Pensó que debía de comprar una botella más grande porque esa sensación empezaba a gustarle.

Al fin recogió el papel y se sentó en el sofá para leerlo una segunda vez:

Querida Susana, siento no haber podido hablar contigo antes pero ando con la cabeza entre las nubes y la alergia me está matando. Cuando menos te lo esperes vendré a verte y hablaremos de todo. No está bien que estés siempre sola, tienes que salir con los amigos y divertirte.

P.D.: No olvides que la vida hay que cultivarla.

Susana ya no volvió a sentirse sola.