miércoles, 27 de febrero de 2019

Los indios Navajo también tendrán su momento




 Aquella trifulca que había trastocado la vida en Muchopan quedaba atrás en el tiempo.

El embrión de la discordia, entre  la peña de Los Tercios, netamente masculina, y el proyecto de peña femenina, Con un Par de Tacones, fue un boleto de lotería premiado, imposible de repartir.             
El asunto tuvo tal repercusión que la contienda final se emitió en un programa de radio  de ámbito nacional, saldándose la disputa con un acuerdo: La restauración del viejo lavadero, había que convertirlo en un lugar de reuniones adecuado para las Taconeras y con el monto restante, se reabriría la vieja tahona que daría trabajo a los desempleados del pueblo.

Lejos de volver la calma anhelada, las mujeres de Muchopan, venidas arriba por su indomable arrojo, se hicieron fuertes  y tomaron la determinación de modelar el pueblo a su antojo…  


   Amaneciendo.
 En la puerta de la tahona,  dos hombres  cargan bandejas repletas de hogazas  y tortas humeantes en sendas furgonetas y Marrusquia les hace entrega de la última remesa de folletos que anuncian las fiestas, y los observa partir.

No puedo creerlo, dice y levanta las manos al cielo, ¡solo han pasado unos meses y ya distribuimos a toda la comarca!


Mientras tanto y a muchos grados…
—¡Ánimo! —grita El Bola e introduce la pala cargada de molletes de masa en la boca del horno— ¡Acabemos de una vez! Son fiestas y esta tarde veremos el partido en la peña.

—¡Pues ya me dirás! — contesta el Mandarino que  amasa a su lado. El chico detiene el vaivén de su cuerpo y añade —si la encargada ha dicho que son  fiestas del pueblo pero no para el pueblo, es que no habrá partido y de este paso la Loren me dejará por otro.

—¡Y dónde crees que encontrará a un pelomarxista como tú! —contesta El Bola y estalla en una sonora carcajada—  Además,  si estamos en fiestas ¡me apuesto mi mejor juego de llanas… a que tendremos fiesta!

—Tú y tus llanas, ¡qué ya no eres albañil! qué eres panadero…   


Unos meses antes…
—Don Anselmo, ¡necesitamos una Virgen, como sea!— medio grita La Vinagre tras irrumpir en la sacristía.

 —¡No blasfemes, mujer, o arderás en los infiernos! —reprocha el párroco y se agacha a recoger el cáliz— ¿Es que no sabes llamar? mira lo que he hecho por tu culpa.

La mujer se sienta  a caballo de una silla y esboza una sonrisa maliciosa.

—¡Déjese de monsergas, Padre, que esa copa no se va a romper! Y no  llamo porque no tenemos ni un segundo que perder, ¡El pueblo pide a gritos una Virgen y una procesión!

—¡Pero qué dices, si  aquí nunca se han hecho procesiones!

—Por eso mismo, Padre, ¡ya va siendo hora! ¡¿Somos cristianos o medio ateos como El Bola y compañía?! Las fiestas no pueden limitarse a ríos de cerveza en Los Tercios, volcaremos esa energía en algo loable para el pueblo. Además, Padre, las Taconeras somos devotas de la Virgen María, y como sobró dinero de la lotería… nosotras correríamos con los gastos.


 En la tahona.
—¿Qué es esto? —pregunta Bola.

—Tortas de sardina —contesta Mandarino.

—¡Mucha sardina para poca torta!

— La encargada ha dejado bien claro que  no escatimemos en sal.

—La encargada manda, la encargada dice, ¡estoy harto de tanta encargada…!

—Por lo visto queremos turistas sedientos.

—¿Turistas?

—¿Es que no lo sabes?  Claro, ¡cómo estás aquí metido toda la noche y luego duermes todo el día no te has enterado del mercadillo ni de la  procesión!

El Bola encoge el cuello y se gira tomándose el tiempo necesario.

—¿Has dicho procesión?

—Sí señor, la procesión de la Virgen Taconera, desde la iglesia a la peña, y por lo visto de todos es sabido que es una tradición ancestral...

—¡¿Qué van a venir a nuestra peña… para qué?!

—¡No, hombre, no! Te recuerdo que las mujeres ahora tienen otra peña. Hablo de esa.

—¡No me digas que  Las Taconeras abrirán a los pobres visitantes!

—¡Y no solo ellas! —contesta el muchacho— En los folletos de fiestas se habla de la pantalla gigante de nuestro local…. ¿Es que tu mujer no te ha dado el mandil con la imagen de la Virgen?

—Si es una broma, no tiene pizca de gracia, ¡por mis llanas de acero que no me pondré un mandil que lleve insignias de santos!

En ese momento entra Marrusquia y encuentra al hornero rumiando y con la cara enharinada.

—¿Es qué te declaras en huelga? Si no te gusta el trabajo puedes volver a tus chapuzas.

— Esto es alta traición y sabotaje, de la parienta y de todas las Taconeras.  ¡Y que sepas que es fascismo!

—¿Lo afirma el indio Navajo pintado para la batalla?¿Y desde cuándo, según esos indios, sacar al pueblo del más triste anonimato es fascismo?

—Obligar a la gente a morir por la Patria es fascismo, amenazar con despido, reinventar la historia de un pueblo y adoctrinar a los niños, también.

                                                              ***

Desde la puerta de la peña Los Tercios y luciendo el mandil de la Virgen, El Bola levanta  talones  y  los deja caer al compás de tambores.

¡Jamás  hubiese creído que se podía ganar tanto dinero en una sola noche!, piensa el hornero, ¡Me apostaría mi juego de llanas, si aún lo tuviera, a qué nadie logrará  sacar ni un solo euro de aquí!   Y mañana, será un nuevo día para los indios Navajo.