—¡Por
Dios señor, ahí no puede sentarse, ese sitio está reservado para el Siñor Verme!— dijo el camarero,
tras llevarse las manos a la cabeza.
Mare Nostrum era un chiringuito de madera,
viejo pero con estilo, que surgía a pie de playa de un pequeño pueblo alicantino. Las mesas de la terraza quedaban protegidas
de los rayos solares gracias a una carpa recubierta con cañizo, todas excepto una,
la más cómoda, separada de las demás, de cara al mar y a la sombra de una
parra.
—¡Se’l
demane per favor, senyor! Lo sé, culpa meua, no he puesto cartel que lo indicase —dijo el muchacho y juntó las manos, implorante—, ¡pero
si sigue usted ahí se’ns va a caure el pél a tots!
—¿Don
Verme? —preguntó el hombre que se levantaba sin dejar de negar con la cabeza.
—Sí
señor, una endemoniada oruga que llegó
al pueblo hará cosa de un año, a través del espejo mágico. Según he oído, vino
por orden expresa de la Reina de Corazones. Se instaló en un chalet de la
colina, compró tierras por aquí, construyó por allí y en poco tiempo se
hizo amo y señor del lugar. De alguna
forma, todos le debemos pleitesía.
Como
todas las tardes, a esa hora, ya se había empezado a levantar una deliciosa brisa
marina cuando los niños pararon de jugar a la pelota y se acercaron al
establecimiento para observar la llegada de un ser todo verde y orondo que
avanzaba hacia el local en una silla de
ruedas motorizada. Un muchacho bronceado y musculoso empujaba el artefacto al
tiempo que respondía a los saludos de los presentes mientras el personaje, con
ojos cerrados y fosas nasales bien abiertas, aspiraba el aire yodado del mar.
Llegado
el momento, el joven levantó al Siñor Verme como si se tratara de alzar un
cojín de plumas y lo posó, con toda suavidad, en su tumbona. Recubrió el cuerpo
del susodicho con una manta roja a juego con el
sombrero que calzaba la puntiaguda cabeza de su patrón y se quedó ahí de
pie, formado, como si se tratara de un miembro de la Guardia Real Británica.
Tras
acomodar sus segmentos a la nueva posición y sin mirar a nadie, la oruga se
dedicó a sorber el extraño refresco que había traído el camarero, en una
copa repleta de hielo picado. Repantingada
en su trono, entre sorbo y sorbo, y sin dejar de observar el arcoiris de
colores cálidos que la puesta de sol había pintado en el cielo, daba largas
chupadas a un narguilé que el asistente se había apresurado en dejar sobre la
mesa.
El
personaje aspiraba el humo por la boca y lo expulsaba después a través de los
expiráculos que poblaban su abdomen quedando así, todo él, envuelto en una nube
blanquecina que le proporcionaba un aire aún más soberbio.
Todo era quietud y tranquilidad, hasta los
perros habían dejado de ladrar y los clientes del establecimiento que aún
charlaban, lo hacían en voz tan baja que aquello parecía un velatorio.
Mientras
el camarero sugería al desconocido que no mirara directamente al Siñore, si
no quería que el musculitos se lo explicara de forma más convincente ,
el estallido de un disparo cercano quebró la tranquilidad reinante.
Tras
saltar el muro del paseo, dos hombres irrumpieron en la playa levantando una
gran polvareda de arena que el aire se ocupó de arrastrar hasta el chiringuito.
El más barrigón de los dos hombres rondaría
los cuarenta y apretaba una pistola humeante en la mano derecha, el otro que
parecía bastante más joven aunque ya tenía pelo en el pecho se abalanzó sobre
el contrincante y tras endiñarle un diestro en el estómago lo tiró al suelo.
—¡Cabronazo,
me las vas a pagar! gritaba el gordito.
—¡filthy
fucking pig! —gritaba también el otro, golpeando allí donde llegaban los
puños.
Un coche policial apareció de repente y paró justo al lado
del establecimiento. Los agentes activaron la sirena y salieron del vehículo.
Los guardias se quedaron observando la escena durante unos
segundos hasta que uno de ellos, tras hablar por la radio del vehículo, miró
hacia el chiringuito y corrió, presto, a acallar la alarma.
Rápidos, los agentes se cuadraron ante el Siñor Verme,
cuyas
facciones no se inmutaron ni por un momento. Tras deshacerse en
excusas, los hombres corrieron hacia la playa sin dejar de echar ojeadas
rápidas a la figura oronda que emitía humo rojo por los orificios laterales de
su cuerpo.
¡Policía, deténganse! —gritó uno de los agentes mientras el
compañero inmovilizaba al joven que no paraba de golpear el flanco derecho del
contrincante.
El mayor de los maleantes a malas penas lograba levantarse,
tenía un ojo morado y no paraba de escupir arena.
Una vez esposados los dos elementos y recuperada la pistola
del suelo, los guardias abandonaron la zona no sin antes presentar saludo
militar a la venerable oruga.
Cuando el coche policial desapareció tras una curva y los
niños volvieron a jugar en silencio, el camarero apareció en la terraza con otra copa
de ese misterioso líquido azul.
Don Verme dejó escapar un largo suspiro y se
centró en el disfrute de un cielo que en ese momento se había tornado de rojo
intenso con leves matices morados.
Hola, amiga Paola. No se puede negar que tu relato tiene fantasía, imaginación y colorido a partes iguales, y que está escrito con mucha elegancia. Me ha gustado y lo he disfrutado, además de haber descubierto un par de palabras que no conocía, ¡gracias por ello!
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en El Tintero.
Un fuerte abrazo, compañera.
Hola Patxi
EliminarMe alegro de que te haya gustado y gracias por el comentario
Un abrazo.
¡Hola de nuevo, Paola!
ResponderEliminarUn buen relato, del que subrayaría la originalidad, ágil lectura y buen despliegue imaginativo en las descripciones relativas al decorado playero y al curioso personaje central: una oruga llamada el Siñor Verme que actúa y habla como un "puto amo" o la personificación de un auténtico capo mafioso en silla de ruedas, con su asistente que lo acompaña a todas partes.
Se mantiene la intriga a través de escenas donde una aparente tranquilidad se ve interrumpida violentamente por un hecho delictivo.
Me gusta el título, ya que anuncia el mensaje de fondo de esta original fábula donde la ficción tiene mucho de realidad.
Mucha suerte y un gran abrazo
Hola Estrella!
EliminarLo has clavado, el puto amo...
Gracias por el detallado comentario y abrazos.
Muy buen relato, Paola. Muy ingenioso y como dice Estrella con un trasfondo muy real... Besos y mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarGracias Marta
EliminarMe alegro de saber que te parece un buen relato, eso siempre anima.
Besos
Hola, Paola. Me ha gustado mucho el relato. Tiene fantasía y realismo por dosis iguales. Entiendo que es para grandecitos.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Mirna
EliminarSí, es un cuento para grandecitos como dices tú, jeje.
Gracias por la visita y abrazos.
¡La imaginación al poder! Me ha encantado tu propuesta, es genial. Mira que estoy leyendo buenos relatos, pero el tuyo me puede en el mejor de lo sentidos, precisamente por la falta de él, el nonsense o sin sentido lo bordas.
ResponderEliminarUn par de acentillos por ahí, señora despistada.
Cada uno de los animales del Carrol representa algo, la oruga azul como la personificación de la ociosidad y la falta de comprensión. Yo no lo tengo tan claro, me parece el más ambiguo de los animales del cuento de Alicia, así que genial que pillaras a la oruga y la hicieras una especie de ¿mafioso?... ¿politiquillo?... ¿especulador?... ¿todos ellos y muchos más?... Le he puesto el careto de Jesús Gil y Gil. Un poderoso a quienes todos temen y acatan.
El bicho azul está, o parece que está ajeno a todo, pero a su alrededor todo cambia cuando llega y asienta sus múltiples posaderas.
De matrícula de Honor Paola. Me ha EN-CAN-TA-DO
Hola Isabel
EliminarAcentos resueltos y sí, a mí también me recuerda a Gil y Gil, menudo personaje ese tío!, digno de un relato.
Gracias por tan extenso comentario y me alegro de que te haya encantado.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho Paola , has mezclado el poder de la mafiosa oruga con la fantasía en una playa de tu tierra. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Mamen
EliminarGracias por tus palabras, un placer que te haya gustado.
Abrazos.
Hola, Paula. Tu notable relato cumple muy bien la regla de traer un personaje de Alicia al mundo real. Conjugando sabiamente Fantasía y realidad, con una narración muy lograda, no nos cuesta imaginar esa oronda Oruga como reina y señora en ese chiringuito dónde todo el mundo le rinde pleitesía. Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo
ResponderEliminarHola Paco
EliminarPaola o Paula tampoco cambia mucho, (me giro en los dos casos)
Gracias por tu comentario, me alegro de que te haya gustado.
Hola, Paola, quise decir...
ResponderEliminarHola, Paola, qué preciosidad de relato nos has dejado. Con esa fantástica oruga verde que me dan ganas de vomitar, nos traes un personaje del libro pedido en el reto, pero también la más rabiosa actualidad en cuanto a corrupción se refiere: tanto urbanística como policial.
ResponderEliminarLas descripciones son estupendas y la trama tan bien sugerida como lograda.
¡Felicidades y suerte en El tintero!
Hola María Pilar
EliminarSí que te ha caído mal el siñor Verme!! Jeje.
Me alegro de que te hayas fijado en las descripciones.
Gracias y abrazos.
Saludos cordiales:
ResponderEliminarEs un relato extraordinario. Entre varias cosas que me agradan de este cuento, está la forma en que se inserta este personaje fantástico en la realidad y también me parece esplendida la reelaboración de sus características. Un abrazo.
Hola Alfredo
EliminarComo ves en el Tintero se puede hacer casi de todo...
Gracias por pasarte y abrazos.
Fantasía y realidad en torno a una oronda oruga llevada desde el país de las maravillas para hacerse la ama y señora de un trocito de Alicante. Me recuerda mucho a Jabba el Hutt de la saga Star Wars, al que también parece resbalarle todo lo que ocurre a su alrededor. Ya se sabe, poder es poder.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, Paola.
Hola Bruno
EliminarBuen ojo con lo del parecido a Jabba.
Gracias por pasarte y comentar
Un abrazo.
¿Qué tal, Paola?
ResponderEliminarUn sencillo cuento que esconde mucho. Poder es poder, ya lo creo. Hasta para atrapar a unos delincuentes hay que pedir casi permiso al capo. Has cogido un personaje de Alicia y lo has investido del rango de tal quien, sin decir palabra todos saben qué hay que hacer.
Me ha gustado. Suerte.
Hola Issan
EliminarUn placer que te haya gustado y muchas gracias por comentar.
Un abrazo.
Hola, Paola. Muy bonito tu relato de fantasía. Muy bien caracterizado el personaje de la Oruga, convertido en u capo de la mafia en toda regla. Enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarHola Beri
EliminarExplicar el carácter de una oruga no es nada fácil, son tan complejas!!
Gracias por tus palabras y abrazos
¡Qué imaginación, Paola! Cuando he leído que una oruga gigante aparecía por el relato he tenido que frotarme los ojos y, tras un instante, volver para cerciorarme de que sí, una oruga gigante se ha hecho con el poder de mi psique. Fiel a tu estilo jocoso, has elaborado un relato ameno donde realidad y tierras alicantinas (por donde casualmente también campo) se Van alternando en una cómica alusión al poder y sus macabros quehaceres.
ResponderEliminarFantástico.
Un fuerte abrazo.
Hola Pepe!!
EliminarY es que las tierras alicantinas atraen a todo bicho viviente!!
Gracias por tus palabras y abrazos.
No se le puede negar imaginación a este relato, todo un gusano gigante que se hace dueño de la costa levantina imponiendo su ley por encima de todo. Hasta la policía se cuadra ante él y todo el mundo lo respeta, más por miedo que por aprecio. A mi también me recordó a Jabba de el retorno del Jedi, solo le faltó una princesa Leia bailando junto a él, y no se le pueden negar parecidos con el campechano Jesús Gil. Estupenda propuesta para el Tintero, Paola. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Jorge
EliminarJabba tiene a la princesa Leila bailando a su lado y don Verme al musculitos firme como Guardia Británico. Cada cual, sus gustos...
Gracias por tus palabras y un abrazo.
Se nota un trabajo cuidado y pulido que se refleja en los comentarios. Es una demostración de buen hacer con pocos elementos, bien administrados. Voz narrativa precisa y división canónica de planteamiento/nudo/desenlace.
ResponderEliminarRedondo. Enhorabuena
Hola Paola, como me he divertido imaginando esa oruga, orugota, soltando humo por todos los agujerillos, una mafiosa con influencia real que acampa por la costa haciendo lo que le sale del anillo. Y creo que de orugas va la cosa, mucho gordo verde, el señor Verme, y además con asistente y todo, musculoso como no. Muy ingenioso compañera. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Paola: Un acierto hacer de aquella oruga filósofa y haragana, un Capo con todos los botones de la mafia. Muy buena la analogía.Suerte en el concurso.
ResponderEliminarHola Paola,
ResponderEliminarNo solo poder es poder, hay que saber combinar un personaje de Alicia, elevarlo al rango de Padrino y que todo el relato tenga un fresco aire marino lleno de un ágil y sutil humor. Me encantó. Mucha suerte en el Tintero. Un abrazo
Me ha encantado ese guiño a la oruga mafiosa y a la que todos temen y respetan por lo que representa.
ResponderEliminarInteresante al forma de desarrollar toda la historia, diferente y con algo de picardía tratas tus personajes.
Un abrazo Paola
Puri
Hola, Paola
ResponderEliminarPero qué desbordante imaginación, es un relato precioso, divertido y original. Me encanto la ambientación de esta versión, es genialisima con esa Oruga como reina.
Te deseo mucha suerte en el Tintero.
Abrazo
Saludos cordiales desde Venezuela. Me gusta mucho la narrativa y mucha originalidad hasta con su toque de humor satírico se podría decir en eso del poder es poder. Por allí muchas orugas de esas jajajaja. Suerte
ResponderEliminarHola Paola, te has marcado una propuesta original, le atribuyes las cualidades bien reales de un boss a un personaje rescatado del mundo de Alicia. Me gusta mucho la naturalidad con la que has sabido integrar a dicho personaje que trastoca la realidad del pueblo alicantino.
ResponderEliminarUn abrazo compañera
El señor Verme, una oruga de porte inmutable a pesar del sorpresivo avatar violento que sucede a su lado. Un personaje que parece estar en otro plano ¡Corcholis! es que lo está, vino a través del espejo, justo en el sentido contrario que escogió Alicia. Mientras ella degusta su té, esta oruga degusta el extraño líquido azul. Bien por la imaginación volcada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Paola. La imaginación al poder. Resulta impactante la imagen de ese mafioso-oruga que todo lo controla con su sola presencia. La vida cotidiana mezclada y alterada con la fantástica imagen de ese extraño ser escapado del cuento de Alicia. Un abrazo y suerte en el Tintero
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar