miércoles, 29 de abril de 2020

¡Vete Satán!


El callejón que se abría ante mí era estrecho y sombrío. De él se había adueñado la vegetación que colgaba de las ventanas, y el denso perfume a flores y a tierra mojada me invitó a recorrerlo.

 Un viejo portón de madera tropical esperaba al viajero tras una curva inesperada del camino. A un lado, en una placa de mármol desgastada se podía leer: Parroquia San Carlos.

Empujé la puerta, incrédula. La poca luz que iluminaba el interior provenía de las velas que proyectaban extrañas sombras sobre la pared. Aspiré, y el intenso olor a incienso despejó mis dudas, bajé el escalón y entré.

Me sorprendió la amplitud del lugar en contraste con la estrechez del camino que lleva hasta él. Techos altos acabados en cúpulas blancas, una cruz de corte moderno alzando solemne sus brazos contra el altar y en cada hornacina, imágenes blancas.

 A pesar de que la iglesia parecía desierta, se oía un murmullo continuo, una letanía que provenía de una nave lateral. Avancé sin hacer ruido por no interrumpir con mi presencia.

 A la derecha, frente a una capilla dedicada a la Virgen María, un grupo de hombres y mujeres ataviados con indumentaria colorida oraban en coro. El misterio de la letanía quedaba resuelto.

Me senté en un banco solitario algo separada del grupo. No había nadie más en la iglesia y yo era la única blanca del lugar.

Me pareció que esas gentes rezaban el rosario pues sus voces sonaban monótonas aunque llevaban cierto ritmo musical. Según pasaba el tiempo, el tono subía y se hacía más fuerte y envolvente.

Un joven con melena trenzada, camisa de flores y zapato deportivo empezó a caminar entre los bancos mientras movía una cruz de bordes dorados que apretaba en la mano derecha. De pronto se detuvo, elevó los brazos y predicó: Gracias Jesús, ven Jesús, gracias mamá María.

En medio de esa dulce paz, una mujer se puso en pie y mientras
lanzaba gritos lacerantes intentó arrancar mechones de esa mata de rizos que poblaba su melena.

 Permanecí agarrada al banco sosteniendo la respiración, no podía creer lo que veía.

Tan de improviso como se había levantado, la mujer volvió a sentarse y en ese preciso momento el predicador le impuso la cruz sobre la frente, ¡Ven Jesús, ven! Baja Espíritu Santo, tu sierva te necesita, dijo.

 Una sensación de paz invadió mi cuerpo y mi mente retrocedió de forma inexplicable a la niñez. 

 Algunos feligreses rodearon a la mujer mientras mantenían las palmas de las manos levantadas hacia ella, aun así, “la poseída” no dejó de agitarse y de emitir gruñidos. Al fin, agotada y derrotada por la presión a la que se veía sometida, se desplomó y los que estaban a su lado la sostuvieron y acompañaron su cuerpo inerte hasta el suelo.

Con el corazón palpitante, yo no dejaba de observar la escena y me serené al comprobar que el pecho de la mujer seguía moviéndose.

Mientras la voz del predicador llenaba la sala y marcaba un ritmo cada vez más acelerado, una joven se agitaba bruscamente al tiempo que, con voz profunda, profería palabras incomprensibles.
Nadie se movió y el orador siguió su camino como si nada sucediera.

Vi como la joven se dejaba caer y una vez en el suelo rodaba de un lado a otro chocando contra los bancos. Gritaba y coceaba a diestro y siniestro. Los golpes contra el mobiliario resonaban en las paredes, imprimiendo una atmósfera dantesca al lugar.

Con gran satisfacción por mi parte el predicador se le acercó y con movimiento repentino impuso la cruz sobre la cabeza de la chica diciendo: Libéranos Señor, libéranos de todo mal, de todo demonio. ¡Alzad los Rosarios!, gritó mientras levantaba la cabeza, Satanás odia los rosarios y la oración. Yo te echo, te echo en nombre de Jesús. ¡Vete Satán! Vete, Satán, en el nombre de Jesús.

La mujer dejo de moverse, inclinó la cabeza hacia atrás y entrecerró los ojos. El predicador pedía a Satán que dejara aquel cuerpo mientras, con la mano libre, trazaba cruces en el aire que parecían llenarlo todo de embrujo.

 El banco sobre el que yo estaba sentada temblaba al tiempo que un gélido frío envolvía mi cuerpo, aún así no me moví, y si hubiese intentado hacerlo, no habría podido.

La joven quedó exhausta en el suelo y el hombre, sin dejar de rezar, se encaminó hacia el centro de la iglesia. Pidió a los hermanos que le siguieran, tomó asiento delante de unos tambores y marcó un ritmo festivo. Los asistentes pasaron de la oración al canto coral, aquello sonaba como un himno de dioses. Los cuerpos se movían al compás siguiendo un ritmo en continuo aumento.

La fiesta había comenzado.

Noté una presencia a mis espaldas y me giré, un cura con sotana y sombrero de teja me sonreía desde el banco de atrás. La Flor Divina, dijo y me tendió la mano, una congregación de oración haitiana que se reúne aquí todos los jueves por la tarde. Es curioso ¿verdad? El diablo podría aparecer en la parroquia de San Carlos y como cada jueves, si aparece, se le expulsa a fuerza de amor y voluntad, y ni siquiera es necesaria la presencia del sacerdote.



24 comentarios:

  1. Hola, Paola. El final de tu notable relato sorprende y desconcierta en parte. Nos queda la duda de si el cura cree o no en el ritual que ha presenciado. En todo caso, nos presentas un exorcismo practicado por unas gentes que creen en la magia negra y la practican a menudo.
    La moraleja sería que para expulsar al demonio cuenta más el fondo que la forma.
    Muy lograda la ambientación y el ritmo narrativo. Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo.

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    1. Hola Paco
      En cuanto a la duda de si el cura cree en el ritual, mi protagonista no te puede contestar, pero personalmente opino que si un cura permite esos rituales en su iglesia, tiene que ser una persona muy especial.

      Gracias por tus palabras.
      Un abrazo.

      No he podido pasarme aún por ningún relato, esta tarde me pongo.

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  2. Hola Paola. Has retratado la ceremonia con impecable gusto y estilo. Me queda la duda de quién es la protagonista de la historia; qué era lo que buscaba en la parroquia de San Carlos. Tengo mi propia teoría, que iré comprobando a medida que los compañeros dejen sus comentarios.
    Un abrazo enorme y te deseo mucha suerte.

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    1. Hola Bruno,
      digamos que la protagonista pasaba por ahí...

      Gracias por tu comentario.

      Saludos

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  3. Al principio me creas un desconcierto al describir un rito que me recuerda en cierta manera al vudú, pero dentro de una iglesia. Sigues con el dato del exorcismo al parecer de dos mujeres y un demonio que las abandona gracias al ritual. de pronto la mujer que observa todo desde un segundo plano siente frío y pasmo que la inmoviliza y rematas con la presencia del sacerdote que le toma la mano... Me da que ese demonio a adquirido de nuevo una forma humana e intenta poseer de nuevo a un alma cándida.
    Ya nos dirás. Un abrazo.

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    1. Jajaja. Hola Francisco

      Me he reído un montón con tu comentario. Un desconcierto total :) :)

      Verás,el relato está basado en un hecho real aunque no lo parezca. La Flor Divina es una congregación de oración haitiana que se reú

      ne en una parroquia de París situada en el distrito XX, el que queda a la derecha del Sena y ha absorbido todas las olas de inmigración en la ciudad.

      Haí te lo dejo!!!

      Lo que aporto son las emociones que prueba la mujer que observa la escena y la parte final porque como he dicho a Paco, el cura de esa iglesia tiene que ser un tipo especial. ¿Un demonio disfrazado de cura? Podría ser, hay de todo en este valle del Señor...

      Gracias por comentar

      Un abrazo

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  4. A medida que nos has ido introduciendo en la narración, ha ido en aumento mi intriga, tal vez temor, por lo que acontecía en aquella recóndita sala de esa recóndita parroquia de un recóndito callejón, je,je.
    Muy bien llevado y con un final que se presta a distintas suposiciones, pero todas intrigantes. Los rituales, sean del signo que sean, siempre me han dado yuyu.
    Un abrazo.

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  5. Muy bien contada la ceremonia y muy acertado el tono del relato. También a mí me ha desconcertado ese final que dejas un poco a la interpretación del lector. Mucha suerte, Paola.

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  6. Paola muy bien has contado la historia y has llevado la intriga. Un abrazo.

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  7. Hola Paola. Has creado una atmósfera inquietante dentro de esa iglesia, pareciera como que al leerlo estamos allí presentes, viendo las cúpulas, las hornacinas y las imágenes blancas, y empapándonos de ese ambiente esotérico y también supersticioso de esas gentes. Desconocía los hechos que narras, no se si los has presenciado personalmente y si es así debe de ser un espectáculo digno de ver. A mí el final me da la impresión que el cura es el más incrédulo de todos y se lo toma casi como un juego, un entretenimiento a contemplar desde el banco de la iglesia, en este caso con una inesperada acompañante. Un juego en el que sus fieles creen a pies juntillas, eso si. Pero es una impresión mía. Narración impecable, como no se podía esperar menos. Suerte en el Tintero. Un abrazo.

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  8. Un acierto esta elección de voz narrativa del personaje individual en primera persona singular, que hábilmente se transforma en una primera persona colectiva. Todo ello con el recurso de una exquisita técnica descriptiva, periodística se podría decir, con el añadido de la implicación de los propios sentidos. El recurso final, a un elemento exterior, es casi un guiño de humor cuidado, que permite la salida del lector de la ceremonia, sin problemas.
    En resumen, un buen trabajo que me gustó mucho. Enhorabuena y gracias. Un abrazo

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  9. Grandísimo relato, Paola, impactante en cada imagen que ofreces, y es que cuando se narra con tanto cuidado y maestría, todo fluye solo.
    El final, bueno, me reservo mi propio desenlace, aunque impactante es, sin duda.
    Un saludo, me ha gustado mucho.

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  10. Hola, Paola. El relato comienza llevándonos apaciblemente hacia un lugar sagrado y nos sorprende con una ceremonia. Luego nos sigue sorprendiendo y nos deja con la imagen de un cura que aparece por fuera del ritual y nos deja pensando si él, en realidad, es cura o tiene otra personalidad.
    Muy bueno

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  11. Me ha gustado mucho la narración rica en descripciones que nos hacen visualizar cada rincón. El lector inicia un recorrido de intriga que explota en ese final que yo interpreto, al igual que Francisco, como una posesión del demonio hacia la protagonista. Un placer leerte.
    Un abrazo

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  12. Doy por hecho que se trata de una experiencia personal, como se puede deducir de tu respuesta al comentario formulado por Francisco Moroz.
    Digamos que como testigo ocasional de esta insólita ceremonia nos haces partícipes como narradora en primera persona de esos recuerdos tan emocionantes, que sin duda me imagino, te impactaron profundamente, tal y como así nos lo trasmite la protagonista.
    Un relato fluido, interesante, bien descrito con un lenguaje visual y una acción que transcurre de forma natural y con un desenlace un tanto perturbador.
    La figura singular del líder de esta congregación religiosa haitiana y que presumo practica el ritual vudú, la encuentro muy bien definida, así como la ceremonia para liberar ese supuesto espíritu demoniaco de la chica poseída.
    ¡Enhorabuena! Te auguro un buen puesto en la final.
    Un abrazo, Paola.

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  13. Hemos asistido en una iglesia a una ceremonia de expulsión de demonios. A medida que la narradora nos iba contando con todo detalle lo que ocurría a mí me daban ganas de escapar, pero no podía. Y detrás ese cura o demonio disfrazado, creo que me ha dado más "yuyu" él que todo lo demás.

    Felicidades y mucha suerte en El tintero.

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  14. Hola Paola.

    Bloque de frases precisas, limpias, no sobra, ni falta, ninguna palabra. El inicio es importante para atrapar la atención, Nos van adentrando en el callejón hasta abrir el viejo portón de la Parroquia San Carlos.
    Una vez dentro, es tan eficaz el escenario interior, como la del callejón. La luz de las velas, el incienso… y el clima que creas incluidas las letanías.
    Me ha gustado también, que sin decirlo específicamente, al menos la principio, nos cuentes por medio de la madera tropical, vestidos coloridos (tú como única blanca del lugar), y los ritos posteriores que hace rememorar a una de las cunas del vudú, en Haití.

    ...este comentario lo tenía elaborado desde hace días sin haber leído aún las respuestas de los compañeros, ahora leo tu explicación de que se trata de una iglesia de París. Tampoco tenía claro si la fitura del sacerdote era la de un demonio o no,(yo creo que sí, que se burla de la concurrencia, pero creo que no es determinante para el desarrollo del relato.
    En definitiva Paola, una historia que no deja indiferente.

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  15. Hola, Paola.
    Sorprende un rito vudú en una iglesia católica. La competencia en la propia casa. Yo jamás lo habría creído si no me lo cuentas.
    La narración va poco a poco metiéndote en la ceremonia hasta la aparición final de ese cura (no me parece demonio) que deja hacer. Sería muy interesante conocer su parecer. ¿Un descreído?, ¿un pescador en todos los caladeros?, ¿Os cedo el local por una módica aportación?. Me ya gustado y encaja perfectamente con la propuesta.
    Un saludo.

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  16. Original relato, amiga Paola, en el que asistimos a lo que, por lo que has comentado en una de las respuestas, es una experiencia real que re repite con periodicidad; desconocía que ocurriera en París, aunque no es de extrañar, pensándolo bien, debido a la multiculturalidad que acoge. Todo está narrado con una profusión de detalles que no dificulta su claridad.
    Te felicito, compañera, y te deseo mucha suerte en El Tintero.
    Un fuerte abrazo junto al deseo de que la salud te acompañe sin limitaciones.

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  17. Hola, Paola! Tu relato me ha gustado mucho. Las descripciones son muy buenas, así como la ambientación general de la historia. El giro final resulta muy sorprendente. Felicidades y mucha suerte en El Tintero. Un abrazo!

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  18. Muy bien reflejada toda la historia, el escenario, los personajes y ese final demoníaco.
    Un abrazo y suerte en el concurso
    Puri

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  19. Saludos Paola, muy bien narrado tu relato, muy descriptivo. Éxitos y bendiciones!

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  20. Hola,Paola.Interesante relato en el que nos describes detalladamente la celebración de un rito vudú en una parroquia católica. La protagonista contempla asombrada los exorcismos y ritos dirigidos por un peculiar sacerdote. El final da pie a diversas interpretaciones, aunque tras tu comentario a Francisco, es todo más sencillo. Un abrazo y suerte en el Tintero.

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  21. Hola Paola, vaya me he convertido en observadora de un rito vudú, para no fiarse de entrar a esa iglesia, no sabía que se pudieran hacer, sobre todo porque siempre me he imaginado ese ambiente crepitante, de fuego vivo, de hechicería en otro contexto, una aprende todos los días. Me imagino que puede ser algún caso que conozcas o hayas leído, pero está conseguido. Un abrazo

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