—A ver si nos entendemos, ¡no se trata de tetas sí y culo
no!
Es el cumpleaños de Lina, amiga mía desde la infancia y
madre de Silvia.
Besos y abrazos en la
entrada y un ejército de gente en el salón.
Silvia y Susana suben
por la escalera a la segunda planta del chalet y las sigo con la mirada, añorando
tiempos pasados. Aguzo la vista y ¡coño! bajo esas faldas tan cortas, el tanga
ni siquiera se ve. Solo dos culos. Los culos
prietos de dos quinceañeras
despreocupadas.
Toso, Silvia baja la cabeza y le hago señas de que se pegue la falda por detrás, ella
frunce el entrecejo pero me hace caso.
—¿Sabéis lo de Leo? —pregunta Marisa, madre de Susana.
—¿Qué le ha pasado?
—Se ha separado de la extranjera.
Le sigue un momento de silencio en el que todos parecen
asumir la noticia.
Sé que las niñas bajarán y me preguntarán: ¿Clara,
no eras tú la que iba diciendo que si se les pone dura al ver un escote, el problema lo tienen ellos?
—Eso no es todo —dice José, marido de Marisa— lo peor es lo
del niño.
—¿Se lo va a quedar él? —pregunta Juan Carlos.
¡Con la que está cayendo en piso de arriba y aquí todos con
el novelón de Leo! Y si a las niñas les digo que ha habido mujeres que han
dado la vida para que ellas tengan la libertad de la que gozan… Hummm, no sé. Verás, Clara, contestaría
yo en el lugar de cualquiera de ellas, me
importa un bledo lo que hayan hecho las demás, nadie me ha pedido opinión antes de hacerlo. Te quiero
mucho y lo sabes, pero ni tú ni ningún fantasma
del pasado va a decirme como he de vivir.
— ¡Qué vaaaa! Leo no quiere saber nada del niño.
—¡¿Qué me dices?!
—Lo que oyes. Un momentín solo, que acabo de preparar los
canapés y os lo cuento todo.
Subo, un tanto asqueada por el cariz que va tomando la
reunión.
Sobre la cama, Silvia y Susana están charlando. Todo es
rosa, a juego de los zapatos de tacón que Silvia estrena hoy.
Me ven, callan, y cruzan los brazos en el pecho.
Chicas, digo
sentándome entre ellas, la pregunta no es ¡qué tipo de maquinilla usas para
depilarte el sobaco! la pregunta es ¿por qué he de hacerlo yo por él cuando él no lo hace por mí?
Inclinan los cuerpos detrás de mi espalda y se miran.
—Nosotras nos depilamos con cera.
—¿A vuestra edad?
—¡Qué pasa!, nos lleva mi madre —medio grita Susana—. Y, Sí,
ahí fue donde nos enteramos de lo de Leo, si es eso lo que has venido a
preguntar. ¿Cómo sabías que la esteticista había sido su novia?
—¡Pero qué me estás
contando! ¡He venido para hablar de culos, y no de chorradas!
—Pues no lo parece, has hablado de sobacos y una cosa lleva
a la otra.
—A ver, chicas, a lo que he venido, ¿qué es para vosotras la
libertad de la mujer?
—Ahh, ¡Era eso…! Pues
la libertad no es ni más ni menos que hacer lo que nos salga del chichi.
—¡Pues no! Sabed que ni el más libre de los hombres puede
hacer lo que quiera. Además lo del chichi no me gusta en absoluto.
—Del coño, ¿mejor?
—Digamos que es menos vulgar y algo más serio.
—¡Pero podremos vestirnos
como nos dé la gana, digo yo!
—Siempre que os
respetéis a vosotras mismas. A ver si nos aclaramos ¡la libertad no consiste en mostrar el culo al mundo
entero! se trata de enseñarlo a quién quieras, cuando quieras y
porque quieres hacerlo. ¿Lo pilláis o
qué?
Sonríen y estiran los brazos.
Bajo. Bastante contenta con el resultado.
De salmón no queda ni
un canapé. Pero el de guacamole con gambas ya es mío.
Lo que más me cabrea es no haber logrado librarme del
cotilleo… pero la fiesta de Lina es la fiesta de Lina:
Resulta
que Leo no es el padre del chico. ¡Qué sí, que son como dos gotas de agua!,
pero no, ¡que no es oro todo lo que reluce! ¿Que si ha costado un montón
aclarar lo ocurrido? ¡Qué sí!, que ha costado pero que todos los nudos llegan
al peine… ¿Que si hay pruebas de eso? ¡Cómo no va a haberlas!, que
si los genes, que si los análisis, que
si la extranjera deseaba un bebé como agua de mayo y que si el niño no venía ni
buscando con lupa… ¡que si el abuelo falda veía…! Y para postre lo de la
esteticién.
¿Qué pasa con ella?
Que ha visto cositas…
¡No me lo creo!
Pues ya puedes,
querido… ¡qué sí! que la tía vive justo delante de Leo y que había sido su prometida
y ¡que si al hierro el orín a la envidia es el ruin! ¿Y
el traje? ¿Qué me dices del traje de bodas que había apalabrado, muy mono por
cierto? Pues quedó tan dolida que metió
toda la zarpa, hasta el cuello.
¿Qué me dices?
¡Qué es cierto, que
sacó fotos de extranjis en la casa de
enfrente! Qué sííí, y va y se las
enseña al ingenuo de Leo… una noche en
el pub… estando ella medio borracha. ¿Que qué dijo el muchacho? Figúrate… ¡caer
del guindo y acabar en un zarzal repleto de espinas!
¿Y no dijo nada?
¡Y qué iba a
decir! se puso blanco como la leche y
duro como la mojama, y el muy animal fue
a por una escopeta, ¡figúrate… su propio padre!
¡Hizo bien, yo habría hecho lo mismo!
¡Ya ha saltado el machito ofendido!
¡¿Te parece normal que tu padre se tire a tu esposa?!
Vaaale, pero ¡¿con una escopeta?!
Tranquilos… que no pasó nada, menos mal que entre
cuatro le pararon a tiempo pero...
Que no, ¡que no puedo más y encima descubro que es sin
alcohol la cerveza! Lo siento pero aquí se acaba la fiesta de Lina.
O salgo a fumar o reviento.
Mejor que salga a fumar, ella y todos.
ResponderEliminarMuy buena historia Paola.
Como lectora me has mantenido en vilo, y me ha gustado mucho como en ella has logrado conectar dos historias. Eso todavía la hace más interesante, y al leer quería saber más, ¿qué pasará? La vida y las interacciones, qué complicación.
Un placer leerte.
Un beso, y feliz tarde.
Hola Irene
EliminarLas chicas ya lo tienen más claro y, en cuanto a lo de Leo,
la cosa se complicó bastante porque "el abuelo" no quiso reconocer al niño y al final se quedó sin mujer, sin hijo y sin nieto.
Gracias por pasarte y comentar. Un placer
Saludos
Magnífico relato, Paola. La voz narrativa adecuada para llevar al lector de abajo para arriba y vuelta, con incisos generacionales al calor de sobacos y nalgas. Y de pretexto una anécdota vulgar como sin importancia.
ResponderEliminarY es que lo importante es el contexto, el cumpleaños de Lina. Muy buena estructura narrativa. Hay aroma del gran Carlo Gadda, es un estilo de escritura que me encanta. Los personajes son tridimensionales, existe, viven, respiran, se depilan,. Muy bueno
Hola Don
EliminarVerás, un día alguien me aconsejó leer a ese escritor y algo se me debe de haber quedado en la cabeza.
Un pequeño inciso, Clara, como los demás, existe, vive y respira pero creo que nunca se ha depilado.
Gracias por un comentario tan positivo.
Saludos
¡Qué buen relato, Paola! Una celebración de cumpleaños sirve de marco para este contraste generacional en el que Clara aparece en medio. Entre la juventud y la madurez, mostrando cierta nostalgia de la primera. Una doble moral, la libre de las niñas y la esclava de los adultos. Como ha comentado Don, toda la escena es narrada de manera muy vívida y sin necesidad de adornos. La fuerza de la situación es suficiente. Un abrazo!!
ResponderEliminarHola David
EliminarQuién pillara los 16... Yo me apunto la primera aunque no sé como llevaría lo del tanga...
Me alegro de que te haya gustado.
Gracias por comentar.
Saludos
Quita quita…, si es que parece que estaba en medio de la fiesta de Lina, en medio del corro de cotilleos…¡tanto jaleo… todas hablando a la vez! ¡Ay mi cabeza!... yo no fumo, pero dan ganas de echarse un pitillo y un trago de lo que se tercie ¡jurao!
ResponderEliminarQue me lo he creído Paola. Has niquelao a las quinceañeras. No es fácil orquestar todo ese coro de voces diversas por medio de diálogos delirantes y verosímiles y en medio de tal algarabía la voz principal poniendo algo de cordura en relación con la libertad.
Totalmente de acuerdo con que “el coño” es menos vulgar y algo (mucho) más serio que “el chichi”
Que diferencias nuestras quinceañeras con la fiesta de los quince que suelen celebrar en muchos países centro y sudamericanos, donde las adoelscentes parecen prenovias vestidas de rosa. No digo que lo uno sea mejor que lo otro, todo sea celebrar la pubertad y sus maravillosas tonterías.
Muy muy bueno Paola. Enhorabuena compañera.
Hola Isabel
EliminarVeo que has participado en la fiesta aunque de los buenos yo cogí el último canapé.
En el fondo, me dan mucha envidia las chicas de hoy en nuestros paises, son dueñas de sí mismas y de su vida.
Si sales con Clara seguro que te invita a un cigarro, aunque solo sea por probarlo.
Gracias por el comentario
Saludos
No, si probar los he probado. Era fumadora compulsiva hasta que miré fijo a los ojos de mi último cigarrillo hace unos cuántos muchos años, y le dije: o tú o yo. Y hasta hoy.
EliminarPor supuesto no soy talibana anti nada, ni siquiera anti tabaco, pero la verdad es que desde entonces respiro muuuucho mejor. Cuéntaselo a Laura ;)